Gobernar para todos
Orden en Santa Fe
Fin a privilegios
e trata simplemente de gobernar, y en esa tarea está inscrito Miguel Ángel Mancera, que no quiere dejar rienda sin amarre por aquello de que, más adelante, alguien pudiera acusar caos en el DF.
Por eso, el gobierno de Mancera acabó con la isla administrativa que hasta ahora significaba Santa Fe, donde se han construido edificios de todo calibre y forma para satisfacer los gustos más extravagantes de quienes tienen dinero para habitar aquella zona de la capital.
Se gobernaban solos y no querían, por ningún motivo, la intervención del gobierno de la ciudad. La seguridad estaba a cargo de un grupo de colonos, lo mismo que los servicios, por ejemplo el drenaje, que afecta a los habitantes del resto de Santa Fe que no viven en los departamentos o las casas de lujo que se construyeron en los terrenos elegidos para los elegidos.
En el gobierno anterior se dieron todo tipo de facilidades para que esa situación, que marginó a las autoridades delegacionales tanto de Cuajimalpa como de Álvaro Obregón, se convirtiera en una forma de autogobierno, donde hasta la policía obedecía a mandos fuera del control del gobierno.
Claro, eso no sucede así porque sí. La mano de Manuel Camacho meció esa cuna y logró que la aparatosa zona se convirtiera, de facto, en una nueva delegación, que, como dijimos, toda proporción guardada, tenía, hasta ayer, su propia guardia comunitaria.
No, no se ría, eso es muy serio. El grupo que dominaba en Santa Fe tenía bajo su responsabilidad la seguridad de los habitantes, y no tenía por qué haber elecciones como las que conocemos. Un grupúsculo de residentes imponía a quienes se encargarían de hacer observar las reglas de convivencia y se acabó.
Las consecuencias de esa anomalía ya empezaban a observarse. Los habitantes del otro Santa Fe, según nos cuentan, empezaron a resentir las diferencias y empezó a crecer cierta animadversión hacia sus vecinos, lo que alertó a las autoridades del gobierno central y, como explicó Miguel Angel Mancera, no existe ninguna razón jurídica para que los gobiernos delegacionales estén excluidos del quehacer que les confirió el voto en esa zona.
Eran los enjuagues de Camacho, confiesan algunos residentes, que no podía seguir soportando Mancera, quien no cree en ese tipo de exclusiones y menos aún en los caprichos de ciertos políticos, por lo que el hasta aquí sonó fuerte y recalcó la intención del gobierno de hacer eso: gobernar para todos y en todo el Distrito Federal.
Entonces, lo que ayer hizo Mancera fue emparejar el piso y devolver la dignidad a un gobierno que, incluso por el acuerdo de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, estaba por debajo de la autoridad de un grupo de personas que, seguramente con muy buena voluntad pero al margen de los gobiernos legalmente constituidos, ejercían un poder que estuvo a punto de poner en riesgo la tranquilidad de una de las zonas más importantes de la capital.
Así que habrá que entender que en esta administración no se tolerarán desvíos tan graves como el que ocurría en San Fe. Ojalá y no se vuelvan a repetir, por más que los padrinos de la injusticia los quieran proteger.
De pasadita
Luego de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación desechó el pataleo de la señora Esther Orozco, en la Procuraduría General de Justicia del DF se siguen las investigaciones por las denuncias que existen en contra de la ex rectora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Así pues, parece que el asunto no ha terminado y que en breve se tendrán noticias al respecto. ¡Ojo, mucho ojo!