Para celebrar los ocho años de la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), así como el espacio y los trabajos de construcción donde se ubicará su sede definitiva (Prolongación Vasco de Quiroga 4871, colonia Santa Fe, en Cuajimalpa de Morelos), el historiador Miguel Léon-Portilla, impartió una conferencia magistral.

El creador del lema de esa casa de estudio, Incalli Ixcahuicopa (Casa abierta al tiempo), se refirió a la educación superior en diferentes momentos del país, desde el calmécac, en Mesoamérica, pasando por la Universidad Real y Pontificia, en el siglo XIX y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), para concluir con la UAM.

El investigador aprovechó, durante su detallada exposición, para comentar como parte del Consejo Universitario de la UNAM, que habría que instituir un mecanismo en la máxima casa de estudios para que no vuelva a ocurrir una situación como la del pasado viernes en la que un grupo tomó el edificio de la Rectoría.

Ante el rector general de la UAM, Enrique Fernández Fassnacht, y los rectores de la unidades Azcapotzalco, Iztapalapa, Lerma y Xochimilco, León-Portilla, doctor honoris causa de esa institución universitaria, explicó el por qué debemos sentirnos orgullosos los mexicanos de ser herederos de una civilización originaria, como las de Egipto, China e India, y deploró que, si hoy día el país se encuentra como está, es porque hay muchos corruptos y muchos flojos. Por eso, tenemos que cambiar.

El maestro León-Portilla explicó también que el primer espacio de estudios superiores fue el calmécac, la escuela para los hijos de los nobles mexicas de México-Tenochtitlán.

También existía el tepochcalli, centros en los que se educaba a los jóvenes del pueblo y los cuicacalli, casas de canto, equivalentes a los conservatorios de música europeos.

Sistemas de educación destruidos

En el reglamento del calmécac, detalló Miguel León-Portilla, estaba establecido a qué hora se levantaban y que tenían qué hacer; cómo ellos mismos tenían que traer el agua, la leña, el maíz. El rector, que era una sacerdote dedicado al culto de Quetzalcóatl, era quien dictaba cómo se tenía qué hacer. Los jóvenes estudiaban la observación de los astros, jurisprudencia, el libro de los años, es decir, los libros de historia, igual estudiaban los libros de mapas.

Miguel León-Portilla, en la unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma MetropolitanaFoto José Antonio López

Para imaginar la magnitud de esos estudios, relató el historiador, en un momento dado Cortés pidió a Moctezuma un mapa para ver si había un golfo donde dejar sus barcos, y Moctezuma le proporcionó uno, el cual abarcaba desde Campeche hasta Tampico.

Esos sistemas de educación (calmécac, tepochcalli y cuicacalli) fueron destruidos y desarticulados con la conquista, explicó el especialista.

El autor de La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes se refirió también al Colegio Imperial de la Santa Cruz de Tlatelolco, “donde hubo maestros indígenas, además de reconocidos frailes. Era un colegio de cierta manera preuniversitario. Gracias a ese colegio tenemos textos muy interesantes y maravillosos, como el Códice Florentino, con más de mil páginas en náhuatl; es un poco la biblia mexicana indígena”.

León-Portilla habló también de la Universidad Real y Pontificia, instituida en el siglo XIX y de la fundación de la UNAM, para concluir que de toda esa tradición de educación superior, viene la UAM, en la cual se entretejen la docencia y la investigación.

Como creador del lema de la UAM, el investigador explicó que la expresión Incalli Ixcahuicopa es una combinación de palabras en náhuatl, cuyo significado en español es: La casa orientada hacia el rostro del tiempo.

Ello también significa, añadió, que la UAM se creó con base en la tradición histórica y cultural de México y que está atenta a la historia y a los problemas del presente.