Viernes 19 de abril de 2013, p. a15
Chicago. Michael Jordan no tenía gripe en el quinto partido de la final de la NBA en 1997, entre Chicago Bulls y Utah Jazz, sino que fue envenenado, aseguró su entonces entrenador personal Tim Grover. Pese a la intoxicación alimentaria por una pizza, el jugador anotó 38 puntos para encabezar el triunfo de los Toros (90-88), en una de las actuaciones más brillantes y recordadas. En tanto, Filadelfia, Cleveland y Detroit se quedaron sin técnicos luego del final de la temporada regular de la NBA.