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Acuden a los albergues escolares de la sierra por la comida, reconoce delegado de la CDI

Padecen hambre cerca de 10 mil menores indígenas en Chihuahua

Falta de profesores que hablen lenguas autóctonas provoca desinterés de los estudiantes, que llegan a secundaria sin saber leer ni escribir

Están asimilando lo peor de la sociedad mestiza

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Uno de los albergues escolares a los que acuden niños indígenas de Chihuahua para recibir alimentos y clasesFoto Miroslava Breach
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 17 de abril de 2013, p. 43

Chihuahua, Chih., 16 de abril.

Casi 10 mil niños y adolescentes indígenas de los municipios serranos del estado sólo comen cuando acuden a los 130 albergues escolares de la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indios (CDI), informó el delegado de ese organismo, Martín Solís Reyes.

Desafortunadamente no van a la escuela con la convicción de aprender, sino de tener comida segura, dijo el funcionario federal, quien admitió que el hambre y la desnutrición en las comunidades indígenas de la Tarahumara son uno de los retos inmediatos de los tres órdenes de gobierno.

Subraya que los programas de la CDI y la Cruzada contra el Hambre que se aplican en la sierra deben atender con urgencia a los niños y jóvenes indígenas.

Explica que no sólo padecen pobreza alimentaria (carecen de lo suficiente para adquirir la canasta básica), sino una serie de fenómenos de descomposición social que están alterando sus usos y costumbres e incorporando lo peor de la sociedad mestiza: violencia y drogadicción.

Solís Reyes resaltó que, además del hambre, que logran paliar en los albergues, los casi 10 mil menores de las cuatro etnias de la entidad enfrentan dificultades para aprender porque el grueso de los maestros que les dan clases no hablan lenguas indígenas.

Esa es la realidad. Los niños no aprenden. La educación que reciben es precaria, muchos no saben leer ni escribir, llegan al albergue y permanecen los cinco días hábiles por la comida, expone.

Sostiene que la causa principal del desinterés de niños y adolescentes rarámuris, pimas, guarojíos y tepehuanes por educarse es que no entienden lo que les enseñan.

No hay comunicación alumno-maestro; no puede haberla porque los profesores les dan clases en español. Lo hemos planteado a Servicios Educativos y no se ha solucionado. Está rebasada la capacidad de respuesta del Departamento de Educación Indígena, consideró el delegado de la CDI.

Hace dos semanas, Patricio Chávez Gabriel, gobernador tradicional de Baqueachi, municipio de Carichic, denunció que unos 400 niños que deberían acudir al albergue escolar indígena de esa comunidad para tomar clases de primaria y secundaria no han aprendido a leer y escribir porque los profesores asignados no hablan rarámuri; tampoco trabajan los cinco días hábiles de la semana porque se van a sus lugares de origen.

Así de delicadas son las cosas en las comunidades indígenas; además, hay albergues en mal estado y otros que son una vergüenza, reconoce.

El delegado de la CDI explicó que a la dependencia a su cargo le toca la parte asistencial de los programas educativos, es decir, la infraestructura física y el equipamiento, así como garantizar la provisión de alimentos en los refugios, pero no tiene injerencia en el proceso de enseñanza aprendizaje.

En cuanto a la alimentación de los estudiantes indígenas, mencionó que se pondrá en marcha un proyecto que permitirá redistribuir en las comunidades serranas 50 por ciento del presupuesto de la delegación estatal de la CDI (de 80 millones de pesos), destinado al abasto alimentario de los 130 albergues escolares.

Con ese fin se organizaron cuatro cooperativas de productores que compran a las amas de casa y campesinos los alimentos que cosechan a pequeña escala, como huevo, carne de puerco, res y borrego, frutas envasadas o deshidratadas, legumbres y hortalizas.

Los padres de los niños indígenas nos podrán vender algunas de las cosas que producen y obtener un ingreso; creemos que esto hará la diferencia para muchos que no tienen nada, concluyó.