acida en los años 70 del siglo pasado, la Agencia Internacional de Energía –con sede en París, al igual que la OCDE, de la que es filial– surgió como un antídoto de la OPEP, que en aquellos años estaba en condiciones de poner de cabeza la economía mundial. La propia AIE reconoce, no sin elegancia, este origen reactivo al señalar, en su portal de Internet (www.iea.org), que fue fundada en respuesta a la crisis petrolera de 1973/1974 [con el propósito] de coordinar una respuesta colectiva a las grandes disrupciones del suministro de crudo, mediante la liberación de reservas petroleras de emergencia
. Con el tiempo y con las mudanzas en la economía mundial y en el sector petrolero internacional, ese propósito evolucionó y ahora se enuncia como el de asegurar energía confiable, asequible y limpia para sus 28 miembros y más allá
. Lo que no ha cambiado es que la membresía en la AIE sólo está abierta a importadores netos de crudo que mantengan reservas estratégicas. En 1974 ese más allá
era mayor, pues los miembros fundadores sólo fueron 16. Los demás se sumaron por oleadas: tres en los 70, uno en los 80, tres en los 90 y cuatro ya en este siglo. (Para Noruega, exportador neto de crudo, se diseñó un acuerdo especial en 1974.) Las adiciones han estado relacionadas con la ampliación de la Unión Europea y de la OCDE misma, pues sólo los miembros de ésta pueden acceder a la AIE. A últimas fechas, la agencia ha ascendido de nuevo a los titulares de la prensa internacional –una forma anacrónica de decir que ha atraído atención pública en buena parte del mundo– gracias a dos cuestiones novedosas. La primera –consistente en proclamar que el mundo se encamina hacia una era dorada del gas
– fue discutida en este espacio en marzo último. La otra –el anuncio de que la AIE contempla asociarse con seis economías emergentes clave, no todas ellas importadoras netas de crudo– es la que se analiza en esta entrega.
La declaración de 5 de abril de 2013 de la directora ejecutiva de la AIE, Maria van den Hoeven, parece representar un parteaguas en la historia de la agencia. Aunque el diálogo y colaboración de la AIE con otros actores del mundo petrolero se inició en cuanto se apagaron los fuegos levantados por el ajuste histórico de los precios internacionales del crudo impuesto por la OPEP y por el embargo petrolero que los exportadores árabes establecieron por las mismas fechas, siempre se limitaron a cuestiones específicas y limitadas: intercambios de información, discusión de visiones prospectivas, realización de seminarios y otras reuniones, conversaciones informales. Ahora, 40 años después del ajuste y del embargo, se prepara un paso adelante de gran significación potencial, como lo muestra el contenido básico de la declaración del 5 de abril:
“A paso y medida que se rediseña el mapa mundial de la energía, los 28 países miembro de la AIE hacen frente a desafíos similares a los enfrentados por las economías emergentes clave, con las que comparten interés en construir un futuro energético seguro y sustentable. Por ello, la AIE otorga la mayor importancia a trabajar con economías emergentes clave, más allá de sus miembros, como Brasil, China, India, Indonesia, Rusia y Sudáfrica.
“[…] Debe advertirse que todos estos países asistieron a la reunión ministerial de la AIE en 2011 y que todos están invitados a acudir a la siguiente, prevista para noviembre de 2013. En la medida en que estos países juegan un papel creciente en los mercados globales de energía, esperamos que su interacción y cooperación [con la AIE] continúe creciendo.
“[…] Aunque es genuino el interés de los miembros de la AIE y de los asociados potenciales en profundizar su asociación, subrayo que estamos en una fase inicial de las discusiones. No se han adoptado decisiones, ni de parte de los 28 miembros ni de los países asociados mismos […]”
Considérense algunos elementos en los que se insiste en la declaración. Primero, países emergentes clave
. Se trata de los cinco miembros del BRICS más Indonesia. Cabría preguntarse si en el conjunto de economías emergentes, que quizá se sitúa en algo menos de dos docenas, ¿sólo esos seis enfrentan desafíos similares a los 28 de la agencia? Segundo, asistieron a la reunión ministerial de la AIE en 2011
. Pero no sólo ellos: en esa reunión participaron, además, México, Chile y Estonia. Los dos últimos, por ser países candidatos
a miembro de la AIE. ¿Y México? Tercero, los seis estarán invitados a la ministerial de noviembre próximo. ¿Sólo ellos? Cuarto y último, esos países juegan un papel creciente en los mercados globales de energía
. Si el mismo criterio se aplicó para definir a los invitados de 2011, ¿hubo un vuelco de tal consideración entre finales de 2011 y principios de 2013 que México dejó de jugar un papel creciente en esos mercados?
Tratar de ofrecer una respuesta a estas cuestiones excedería el espacio disponible, pero caben algunas hipótesis expresadas en forma concisa. Ya en 2011 México había sido, por algún tiempo, un productor de petróleo declinante. Sin embargo, al apreciar la posición de un actor en el mercado mundial no se atiende sólo a factores de coyuntura. En los años 80, la AIE, hacia el término del mandato de Ulf Lantzke y el inicio del de Helga Steeg, mostró un activo interés por incorporar a México, en paralelo con su adhesión a la OCDE, que habría de materializarse en 1994. Se consideró incluso la posibilidad de diseñar para México, exportador neto de crudo, un estatus especial, como el que se definió para Noruega. Más adelante, el interés mexicano se concentró en adherir a la OCDE y las conversaciones relativas a la AIE, que no alcanzaron el rango de negociaciones formales, se perdieron en el olvido. Ahora, al interesarse en la asociación con economías emergentes clave, es la agencia la que se olvida.