México: reformitis
crónica
Tres décadas, mismo discurso
El paraíso, para mejor ocasión
o es para desanimar a los siempre crédulos habitantes de este país, pero el discurso utilizado por el actual inquilino de Los Pinos durante su reciente periplo asiático tiene olor añejo, pues Enrique Peña Nieto utiliza el mismo tono que el reiteradamente escuchado a lo largo de los últimos 30 años, y en ya no se sabe cuántos viajes al extranjero acumulados por los cinco inquilinos de la residencia oficial involucrados en ese periodo (la perorata interna se contabiliza aparte).
Al escuchar dicho mensaje, resulta inevitable el déjà vu político-económico, con su caudal de ofertas, pues a lo largo de esas tres décadas –puntos más, puntos menos– los cinco predecesores de Peña Nieto ofrecieron lo mismo, e incumplieron lo mismo, es decir, crecimiento a manos llenas, empleo para todos, salarios remuneradores, creciente bienestar colectivo y, en síntesis, un México pujante y venturoso que en no mucho tiempo se ubicaría entre las economías más poderosas del planeta, con habitantes del primer mundo.
Y para entrar al paraíso la ruta importada por el Olimpo tecnocrático no fue otra que la reformitis
crónica. Según ellos, reformar
y reformar
colocaría a México en el lugar histórico que le corresponde
, y a los mexicanos por arriba de los noruegos en materia de bienestar, porque al modernizar
(léase privatizar) el aparato productivo nacional y reducir a su mínima expresión la participación del Estado en la economía, no sólo se liberarían
miles y miles de millones de pesos para atender las necesidades sociales
, sino que se fomentaría la competencia, la productividad, el crecimiento, el bienestar y la igualdad, entre tantas otras gracias.
Treinta años después, México está peor que al principio, hambriento y sin calzones pero, eso sí, con indicadores macroeconómicos que si bien todavía no impactan en los bolsillos de los mexicanos
, son la envidia del planeta (familia financiera del sector público dixit), comenzando por la de los organismos financieros internacionales, padres de la reformitis
. Tres décadas después de la oferta original (repetida hasta el cansancio por los subsecuentes inquilinos de Los Pinos), esta heroica República se ubica en el escalón número 61, de 186 posibles, en materia de desarrollo humano (equiparable al reportado por Nicaragua y Marruecos). Sólo con Calderón la caída fue de nueve peldaños. Y ¿Noruega? Pues no se ha movido de la primera posición.
En eso del crecimiento y el bienestar –desarrollo, pues– cinco inquilinos de Los Pinos al hilo prometieron el oro y el moro, pero en los hechos ambos indicadores cayeron y cayeron. Los dos últimos, Fox y Calderón, no dejaron de presumir que, vía reformas
, la pujante economía mexicana se ubicaría como la cuarta o quinta potencia mundial por allá del año 2040, sólo después de Estados Unidos, China y Japón. Con ellos en la residencia oficial, nuestra gloriosa economía se desplomó cuatro posiciones en el ranking internacional, mientras la pobreza se incrementaba y el ingreso de los mexicanos caía y caía.
Como se ha comentado en este espacio, en el balance de 30 años de neoliberalismo en el país la constante ha sido que cada nuevo inquilino de Los Pinos reporta peores resultados que el antecesor. Así, con José López Portillo, la tasa anual promedio de crecimiento económico fue de 6.55 por ciento. Inmediatamente después, en el gobierno se instaló el poder tecnocrático y se instauró un nuevo modelo económico, con los siguientes resultados: con Miguel de la Madrid dicha tasa fue de 0.34 por ciento; con Carlos Salinas de Gortari de 3.9 por ciento; con Ernesto Zedillo 3.5 por ciento, con Vicente Fox de 2.2 por ciento y con Felipe Calderón 1.88 por ciento. Así, la tasa anual promedio de crecimiento
económico en las cinco administraciones neoliberales a duras penas alcanza 2.36 por ciento. Por el otro lado, del gobierno de Lázaro Cárdenas del Río al de José López Portillo la tasa anual de crecimiento económico en México promedió 6 por ciento; es decir, casi tres veces más que en los cinco neoliberales.
Y sobre los compromisos
de crecimiento, el recuento es el siguiente: a partir del Plan Global de Desarrollo 1980-1982 (desde Miguel de la Madrid se denominó Plan Nacional de Desarrollo), todos los inquilinos de Los Pinos le pusieron número a la promesa sexenal. Así, José López Portillo se comprometió a lograr una tasa de crecimiento del PIB de 8 por ciento anual entre 1980 y 1982, pero sólo alcanzó 5.7 (con todo, nunca superada por sus sucesores); Miguel de la Madrid garantizó
5.5 por ciento anual, pero a duras penas libró 0.34 por ciento; Carlos Salinas de Gortari ofreció 6 por ciento anual, pero sólo concretó 3.9; Ernesto Zedillo aseguró que cuando menos llegaría a 5 por ciento, aunque no pasó de 3.5; Vicente Fox juró y perjuró que sería de 7 por ciento anual, pero de milagro reportó 2.2 por ciento, y Felipe Calderón prometió 5 por ciento anual y en los hechos milagrosamente promedió 1.88 por ciento.
Tales logros, desde luego, se dieron en plena reformitis
. Una tras otra, sexenio tras sexenio. Reformas
al por mayor, incluso de segunda generación
. Todo se reformó
; no dejaron títere con cabeza, y los resultados concretos han obligado a los reformadores
a meterse las promesas por las orejas: economía estancada, empleo inexistente, ingreso a la baja, concentración de la riqueza al alza, y México cada día más alejado del paraíso prometido.
Sirva lo anterior para dar contexto al discurso del presidente Peña Nieto durante su periplo asiático: “de materializarse las reformas estructurales y los cambios que se han definido en la agenda del Pacto por México, el país podría crecer a tasas superiores de cinco o seis por ciento en los próximos años… En este escenario, a mediano plazo México podría estar entre las primeras 10 economías del mundo, sobre todo con beneficio para la población, con un mejor ingreso… Las reformas estructurales son aquellas que permiten que el país se pueda mover de manera más rápida y acelerada… Todo esto va a tener un impacto en la economía familiar y el crecimiento, que esa es la fórmula, yo creo que más importante, para reducir niveles de pobreza y de desigualdad en el país”.
Las rebanadas del pastel
Cambio de fecha: la Caravana en contra de la minera en Tetlama, Morelos (ver México SA del sábado anterior) se realizará el domingo 14 de abril, y no el miércoles 10 como originalmente difundieron sus organizadores. El punto de reunión será la glorieta de la paloma de la paz en Cuernavaca, y el recorrido concluirá en Xochicalco, donde los participantes clausurarán simbólicamente la bodega de la minera que se encuentra en El Rodeo.