n los tiempos de la guerra de las Malvinas, allá por mayo de 1982, entrevisté en París a un almirante de la Marina francesa. Le pregunté por ese conflicto. Recuerdo sus palabras: Esos militares no tienen idea de lo que es una guerra. Sólo saben reprimir a su propio pueblo. No conocen a los comandos ingleses. Cuando éstos desembarquen en las islas, los van a hacer pedazos
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Así fue. La insensata aventura malvinera, donde los generales argentinos llevaron al sacrificio a miles de muchachos inexpertos y mal pertrechados, terminó con la rendición sin honor y sin lucha ante los británicos de la señora Thatcher el 14 de junio de 1982.
Algunos de esos jefes que aún viven están ahora bajo proceso por sus crímenes contra las argentinas y los argentinos. Este es el escalofriante relato ante los jueces de un peón de campo, testigo presencial de todas esas atrocidades.
Así esos generales destruyeron la moral de su ejército y lo llevaron a la aventura y a la derrota. Entre sus muchos crímenes no fue éste el menor.