Sábado 30 de marzo de 2013, p. 22
Uno de cada cinco instructores asignados a las 172 comunidades rurales más marginadas de México abandonan el trabajo antes de cumplir un año de labores, indica el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en un proyecto que financia desde 2007 para abatir la deserción de esos jóvenes voluntarios que trabajan como maestros, sin serlo.
Hay 36 mil 707 instructores comunitarios, cuya edad promedio es de 20 años, que educan 333 mil 593 estudiantes en pueblos apartados que carecen de una escuela formal, porque para contar con una se requieren 10 alumnos mínimo por cada grado escolar.
Así que esos alumnos reciben clases en precarias instalaciones, sin electricidad y servicios sanitarios, y 80 por ciento tiene un nivel insuficiente o apenas básico de español y matemáticas en relación con el grado escolar que cursan, según datos de la prueba Enlace 2012 y del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe), citados por el BID.
Dificultad de adaptación
Es difícil, indica el organismo, que en tales condiciones los maestros titulados acepten trabajar en dichas comunidades así que desde hace 30 años el Conafe creó el Programa de Educación Comunitaria para reclutar instructores entre jóvenes que tengan nueve grados de escolaridad. A cambio de un modesto pago y becas para que sigan estudiando, deben trabajar y vivir durante un año en dichas comunidades, alojarse y comer con las familias de sus alumnos y sólo pueden ir a sus lugares de origen los fines de semana.
El 20.4 por ciento de los instructores abandonan sus puestos antes de finalizar el primer año
, precisa BID y aunque el financiamiento de 300 millones 700 mil pesos que autorizó para el programa está enfocado a crear incentivos que retengan a los profesores rurales (con un incremento de hasta 50 por ciento en su paga), los motivos económicos no representan la principal causa de deserción.
Sólo 18 por ciento de los instructores argumentó motivos económicos como causa para abandonar el trabajo al sostener que el pago no es suficientemente elevado para los gastos de manutención. En cambio 43 por ciento expuso que dificultades para adaptarse en la vida en comunidad como causa del abandono y otro 28 por ciento mencionó motivos personales como problemas familiares, continuación de sus estudios o matrimonio. El diez por ciento de los entrevistados ni siquiera declaró tener algún motivo para dejar de trabajar como instructor.