El pijama palazzo de Galiztine, que Claudia Cardinale portó en la película La pantera rosa; el traje estilo imperio de la Casa Gattinoni que Audrey Hepburn usó en Guerra y paz, y el vestido bustier creado por Luciano Soprani para Jacqueline Bisset en el filme Orquídea salvaje son parte del centenar de prendas y accesorios que integran 60 anni di made in Italy, moda y diseño, exposición montada en el Museo Franz Mayer (MFM), avenida Hidalgo 45, Centro Histórico.

De acuerdo con Fiorella Galgano, curadora con Alessia Tota de la muestra, patrocinada por la embajada de Italia en México y el Instituto Italiano de Cultura, los vestidos hablan por sí solos, en la medida que son prendas históricas del acontecer italiano. Divididas en grupos, hay vestimentas utilizadas por grandes actores, actrices y top modelos, a la vez que incluye una sección dedicada a los trajes masculinos. De hecho, 60 anni... se inicia con un vestido de noche creado para Gina Lollobrigida en 1950.

Pero, ¿cómo nació la moda italiana? Galgano, ex modelo y periodista, explica: “Fue en 1951 y por coincidencia. El marqués Giovan Battista Giorgini, italiano, comprador de grandes almacenes estadunidenses, el 12 de febrero decidió reunir al primer núcleo de ‘diseñadores’ –después se volvieron muy famosos– en la Villa Torrigiani, en Florencia”. Durante tres días desfilaron modelos muy originales frente a compradores de las casas más aficionadas de la vasta clientela de Giorgini. Hasta ese momento simplemente se copiaba la moda francesa. El resto es historia.

Fue el fruto de mucha valentía, de perseverancia y de inmediato fue un gran éxito, expresa la presidenta de StilePromoItalia. “La moda es una forma de ser y de representar el gusto de la sociedad que la vive. De hecho, la moda se desarrolló sobre todo en el cine, en la vida de la alta sociedad. Luego, se evolucionó, se desarrolló, y después del movimiento del 68 y la revolución femenina la alta moda se convirtió al pret-a-porter.

“Ahora, la moda italiana representa todo lo que es el buen gusto en todo el mundo y se transformó en una marca: Made in Italy. Cuando se dice Made in Italy abarca un poco de todo: diseño, gastronomía, arquitectura, cultura, sobre todo, y cuando uno escucha decir esa frase se entiende que es algo de mucha calidad.”

Galgano y Tota anotan: El arte y la cultura estimulan la creatividad del diseñador que en cada temporada elabora, exalta y transforma las propias ideas. Tanto los diseñadores como los artistas resienten las condiciones y los cambios sociales y se vuelven intérpretes extremos de los estados de ánimo. Para hacer moda es necesario ser audaces, cultos, tener gusto, sentido de la estética, pero sobre todo intuición. Sólo así las creaciones pueden resistir en el tiempo y convertirse en historia.

Héctor Rivero Borrell, director del MFM, dijo que desde hace varios años hemos luchado por posicionar a éste como un museo sí, de artes decorativas, pero también de diseño. Muchas de las prendas y los accesorios incluidos en la exposición son iconos de la moda universal. Al ver estos vestidos le surge a uno un sentimiento de envidia, por supuesto. La lujuria está presente en cada una de estas prendas, pero también hay una serie de tentaciones de poseerlo. Eso también es una de las cosas que debemos pensar en torno a la moda y a la diversidad de actividades que tenemos que ofrecer en el recinto. Nunca hemos querido ser un museo a la antigua simplemente con objetos empolvados, sino que a veces es bueno atrevernos a mostrar esta faceta maravillosa de la cultura: la moda.