Opinión
Ver día anteriorDomingo 24 de marzo de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El patrimonio de Iztapalapa
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ace unos días visitamos el Archivo Histórico de Iztapalapa, que custodia amorosamente la historiadora Beatriz Ramírez González, quien es también una de las cronistas de la demarcación. Ella fue la coordinadora del libro Patrimonio arqueológico, histórico, intangible y natural de la delegación Iztapalapa”.

Es una obra impresionante que muestra la enorme riqueza cultural que conserva el antiguo señorío de Cuitláhuac. En la presentación, la entonces delegada Clara Brugada, quien publicó la obra con la Universidad Autónoma Metropolitana, habla de un recorrido por el tiempo y el espacio, en el que se reúnen las tradiciones y costumbres de los pueblos y barrios originarios y el patrimonio histórico, intangible, natural y demás, que se conjugan con las de aquellos mexicanos que han llegado de otras partes de la ciudad y el país, dando como resultado un amplio mosaico cultural.

Durante mi visita me tocó ver los preparativos para la famosa representación de Semana Santa, que se lleva a cabo en los ocho barrios del pueblo de Iztapalapa. Destaco este dato porque hay muchos otros barrios, pueblos y colonias en la delegación, que igualmente organizan sus representaciones. Desde luego que ninguna tiene la magnitud de la de los ocho pueblos que culmina en el Cerro de la Estrella, donde se realiza la crucifixión.

Participan miles de personas; es impactante ver además de todos los protagonistas históricos, que suman decenas, la procesión de más de 2 mil nazarenos, ataviados con túnicas moradas, cargando cada uno de ellos una pesada cruz.

Esta representación de Semana Santa es la más afamada, pero en los distintos pueblos se llevan a cabo ,durante todo el año, innumerables festejos: el carnaval, la fiesta de la Santa Cruz, los Días de Muertos, los tintilimales y las distintas fiestas patronales. Prácticamente en todos los festejos hay música, comida, distintas danzas, entre las que sobresale la de los chinelos, elaborados vestuarios como los de las comparsas de los carnavales, fuegos artificiales, primorosos tapetes de colorido aserrín y las portadas de flores naturales más bellas que hayan visto. Iztapalapa conserva alrededor de 30 templos, varios de ellos del siglo XVI, muchos de ellos son el marco de los festejos.

En varias ocasiones he escrito sobre Iztapalapa: el Cerro de la Estrella, en cuyas alturas los antepasados prehispánicos celebraban cada 52 años, la trascendental ceremonia del Fuego Nuevo. En lo alto del cerro se conservan vestigios que datan de la época teotihuacana. Hay un museo que dirige el cronista Jorge de León, que muestra parte de los objetos encontrados y la historia del lugar.

He hablado sobre el antiguo convento agustino de Culhuacán, una verdadera joya decorada con exquisitos frescos de estilo plateresco del siglo XVI. Actualmente funciona como Centro Comunitario del INAH y se realizan labores de investigación y conservación del patrimonio local y la promoción artística y cultural. Por cierto que los culhuacanos tenían fama de tener la mejor piedra y los mejores canteros, lo que aquí se puede apreciar, entre otros, en las columnas del claustro.

Un parque adjunto protege los restos arquitectónicos del antiguo estanque y embarcadero prehispánico. A unos pasos se encuentran los restos de la noria de un molino, de la primera fábrica de papel de la Nueva España.

Me faltan muchas, muchas crónicas para contar todos los encantos de este añejo lugar, pero ya hay que comer. La cronista me llevó al restaurante Ayluardo’s (apellido del dueño) que se encuentra a unos pasos de la plaza principal. Su encantadora esposa y gran cocinera nos deleita con sabrosuras de los tiempos en que reinaban los colhuas: sopecitos con chapulines, tortitas de ahuatle en salsa de tomate y conejo adobado. Nos muestra el ahuatle, que son los huevecillos de unos diminutos mozquitos que habitan en las lagunas.

Para algunos es el caviar mexicano, título que se disputa con los escamoles. ¿Usted qué opina?