Problemas, otra vez
a incertidumbre se cierne de nuevo sobre la base militar de Rusia en Tayikistán ante la negativa de este país centroasiático a ratificar el acuerdo firmado el otoño anterior, que parecía ideal: los rusos se quedan otros 30 años y sin pagar ningún alquiler, a cambio de ciertas condiciones.
Esas condiciones, especificadas en la letra pequeña del acuerdo, resolvieron la pretensión de Tayikistán de cobrar 200 millones de dólares de arrendamiento anual, durante meses la principal controversia.
Moscú ya cumplió dos de los cuatro compromisos que asumió: primero, liberar de aranceles por valor de 200 millones anuales –suma igual a la renta que le querían cobrar– las compras de hidrocarburos por Tayikistán, y, segundo, hacer más flexibles los requisitos para los trabajadores tayikos que vienen a Rusia y cuyas remesas equivalen a la mitad del PIB de ese país.
Ofreció también ayudar a modernizar el ejército de Tayikistán, pero aún no ha entregado el armamento sin cobro por otros 200 millones de dólares ni ha concretado las becas para formar oficiales en instituciones militares en Rusia.
Además, Dushambé insiste en que Moscú invierta los mil 500 millones de dólares que prometió para desarrollar la energía hidroeléctrica en Tayikistán, exigencia que el Kremlin considera chantaje inadmisible
al haberla formulado sin comprometer fechas y consciente de que Uzbekistán se opone a la construcción de nuevas hidroeléctricas tayikas, bajo el argumento de que el daño al medio ambiente en el país vecino podría arruinar su agricultura.
Para presionar al gobierno tayiko y aunque no hay relación directa, el representante de la cancillería rusa que negocia con la Unión Europea la supresión de visas para estancias de corta duración reveló esta semana que uno de los obstáculos que ponen los europeos es su temor a un flujo masivo de centroasiáticos, por lo cual Rusia no descarta que se tengan que imponer visas a los ciudadanos de Tayikistán.
Como respuesta el presidente tayiko convocó en Dushambé a sus homólogos de Afganistán y Turkmenistán y les propuso firmar un memorando de intenciones para tender una vía férrea que, a partir de 2015, permita agilizar el intercambio de mercancías entre ellos y, sobre todo, reducir su dependencia respecto de Rusia al dar acceso a los hidrocarburos turkmenos.
La orografía tayika dificulta este proyecto y lo hace más costoso, además de que no es muy seguro el territorio afgano, pero la única vía férrea que une Tayikistán con Rusia –herencia de la época soviética– pasa por Uzbekistán, que corta los suministros en los momentos de mayor confrontación.
Matrimonio por conveniencia, Rusia y Tayikistán vuelven a tener problemas otra vez.