Los Ángeles, 14 de marzo.

Uno de los más estremecedores relatos sobre migración, en especial en las comunidades oaxaqueñas, se muestran en The girl (La niña), que se estrenará mañana en cines de Los Ángeles.

La cinta narra la relación de una mujer estadunidense y una niña oaxaqueña; además de describir la añeja obsesión del llamado sueño americano da un enfoque peculiar con la migración a la inversa, de la estadunidense hacia México.

Los dos mundos fueron entremezclados en la cinta dirigida por David Riker, quien fue director de películas como La ciudad y coautor de Sleep Dealer, y producida por Paul Mezey.

Este último también es productor de los filmes nominados al Óscar Maria Full of Grace y en la ultima entrega de la cinta Beasts of the Southern Wild. La cámara estuvo a cargo del mexicano Martin Boege, quien hizo El violín.

Una década de trabajo

La historia, cuyo guión tardó 10 años en concretar Riker, cuenta la vida de la estadunidense Ashley (la actriz australiana Abbie Cornish), quien vive en el sur de Texas y lucha por la custodia de su hijo de cinco años.

Su vida cambia totalmente al cruzar en su camino con Rosa, niña indígena oaxaqueña que pierde a su madre cuando intentan cruzar el río Bravo hacia Estados Unidos. Ambas comienzan así una estrecha relación sentimental.

La niña Maritza Santiago Hernández hace el papel de Rosa; la pequeña fue elegida de entre más de 3 mil niñas de diversas localidades de Oaxaca.

Cruda realidad fronteriza

En la cinta, filmada en Austin, Texas; Nuevo Laredo, Tamaulipas, y San Juan Chicomexóchitl, Oaxaca, ambas inician un recorrido por puntos de cruce y albergues en busca de la madre, donde atestiguan la cruda realidad fronteriza.

Cuando Ashley se da cuenta de que la madre de Rosa está muerta, emprenden un viaje al pueblito remoto de la sierra Juárez, donde de nuevo se topa con un mundo totalmente desconocido, el indígena oaxaqueño.

La niña es una película bilingüe que muestra la migración desde la perspectiva de una mujer estadunidense de clase trabajadora de este lado de la frontera, que confluye con la mirada de quienes son desplazados de sus territorios.