A los 100 años de edad, el pasado jueves murió la maestra, bailarina y coreógrafa Esperanza Jiménez Pomar (estado de México, 15 de octubre de 1912), quien se destacó por su labor en la danza folclórica, y fue galardonada con múltiples reconocimientos, como la medalla Una vida en la danza, que otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes, en 1996.

También recibió varias condecoraciones entre 1995 y 2001, del Sistema Nacional para Creadores del Arte, cuya finalidad es alentar el talento de los artistas mediante el fomento y apoyo a sus obras.

Su trayectoria dancística se destacó por sus colaboraciones con iconos de la danza, como la también bailarina y coreógrafa estadunidense Waldeen von Falkenstein, quien fundó en 1940 y dirigió hasta el 1947 el Ballet de Bellas Artes, de donde más tarde saldrían representantes como Amalia Hernández, quien creó el afamado Ballet Folklórico de México.

También se relacionó con Anna Sokolow, a quien conoció junto a Waldeen en las reuniones del partido Línea Contra el Fascismo y la Guerra, las cuales eran muy concurridas por artistas, en particular bailarines de renombre, y cuyo secretario general era su esposo, Fausto Pomar (1907-2012).

La coreógrafa estudió el arte de la danza guiada por la maestra Guillermina Bravo, para después continuar con su formación en las vertientes folclórica y clásica.

Su mayor aportación a la danza fue en el Departamento de Culturas Populares del Instituto Mexicano del Seguro Social, donde organizó festivales y presentaciones; creó talleres para el fomento y especialización del género folclórico, con la formación del Consejo Nacional de Atención a la Juventud, proyecto que abarcó las 16 delegaciones del DF, donde se impartieron tres seminarios con asistencia de 150 participantes.

El proyecto se expandió al grado de realizar giras por Veracruz, Jalisco y hasta Brasil.