Opinión
Ver día anteriorJueves 14 de marzo de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Cien días de gobierno

Mancera se hace del timón

Marcadas diferencias con Peña

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ara los poco más de 2 mil 100 días que significan el gobierno, hablar de los primeros cien tal vez no sirva para dar claridad sobre el rumbo que pretenden los gobernantes, que en muchas ocasiones pasan por ese periodo balbuceantes, frágiles frente a los intereses que los rodean, o sometidos por el fantasma de los poderes que ya se fueron, pero pretenden mantener hegemonías.

No es el caso. Nos debe quedar claro el quehacer de Miguel Ángel Mancera en la ciudad de México. Tomar el timón de la enorme nave de una de las ciudades más grandes del mundo no es enchílame otra. Pasan por aquí todo tipo de intereses que en buena parte no pretenden la justicia como la vara con la que se mide el trabajo del gobierno, y decidir por lo justo requiere de paciencia, y no de golpes mediáticos que, como la niebla, desaparezcan en cuanto se ilumina el día.

Y así, con paciencia, Mancera ha ido construyendo su propia identidad política. Los hechos la denuncian. Dar servicios de salud a quienes carecen de medios institucionales, o económicos, como el caso de los taxistas y las trabajadoras en casas particulares, sufrió la resistencia de los intereses de una mercenaria red de hospitales privados, alimentada por las deficiencias del servicio que presta el gobierno federal.

Más: el anuncio de que será el Gobierno del DF el que inicie los trabajos de educación extracurricular en las escuelas primarias, con clases de idiomas y hasta de computación, plantea nuevas formas de relación con el gobierno federal. Si bien no hay, o no se da lo que se conoce como descentralización, que ya se ejecuta en todo el país, en la ciudad de México, donde no se ha logrado esa transición, y donde incluso estaba prohibida la entrada de los funcionarios del gobierno local, ahora se podrán impartir clases necesarias para el desarrollo de los estudiantes.

El pero, para muchos, estaba en la relación de Mancera con Peña Nieto, pero a partir de los hechos, y sólo de ellos, el jefe de Gobierno del DF ha marcado las diferencias, pero también lo ha mostrado en el discurso. El no a las ambiciones del gobierno federal por vender la renta petrolera a la iniciativa privada, y al castigo que se pretende imponer a la población con la carga fiscal del IVA a los medicamentos, como ya hemos dicho, muestra las diferencias.

Y ahora, luego del análisis del problema de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, decidir por lo justo, sin dejarse amedrentar por todos los que pedían que el caos reinante en la institución la llevara a su desaparición, significa, en muy pocas palabras, que Mancera está al mando de la nave y que no le asustan los fantasmas ni escucha el canto de las sirenas.

Así que si de lo que se trata es de tantear cómo va el gobierno de la ciudad, en el muy pequeño espacio se podría decir que tiene rumbo, aunque, a decir verdad, no ha sido fácil hacer caso a la brújula que le demanda ir a la izquierda, porque, ante las carencias económicas que se le heredaron, las salidas por la derecha se repetían con constancia.

Tal vez por ello, y no por vocación, Mancera tuvo que acercarse al gobierno federal en busca de los recursos que no tenía y que requería para iniciar su trabajo, para hacerse del timón. No esperamos que el jefe de Gobierno explicite las condiciones en las que recibió la administración del gobierno, porque la prudencia es uno de sus activos en el trabajo que ejerce, pero eso no compone la situación que en algún momento fue grave.

Salir de esa con las banderas de la izquierda enhiestas es, sin duda, muestra de gobierno. Nada más.

De pasadita

El lío de la instalación de parquímetros en las colonias Condesa, Hipódromo, Roma y Polanco ha sacado a las calles a mucha gente que rechaza esa forma de organización vehicular, pero lo que nadie toca es el caos que significan los camiones de las diferentes marcas de refrescos y cervezas, principalmente que se estacionan donde les da la gana, con y sin parquímetros, y desquician el tránsito de las angostas calles de esas colonias. Si a eso no se le da solución ya, ¿de qué sirven los aparatejos que se instalaron? ¿Quién va a poner orden?