a desaparición física y las honras fúnebres del presidente Hugo Chávez han alcanzado la dimensión nacional, regional e internacional únicamente deparada a contados acontecimientos políticos.
¿Cuándo se ha visto algo semejante? Se acostumbra a decir que el poder desgasta
pero este caso lo refuta. Chávez gobernó Venezuela 14 años, nada menos que contra la voluntad y el hostigamiento de Estados Unidos y del gran capital internacional con las enormes dificultades que conlleva tamaña empresa. Pues bien, desde su fallecimiento, hace ya nueve días, no han dejado de fluir las filas kilométricas de pueblo que las 24 horas, acude a darle el último adiós. La mafia televisiva internacional no cesa de atacarlo ni por elemental respeto al dolor de la gran mayoría de los venezolanos, pero no ha podido ocultar la magnitud y emotividad del tributo popular. Curiosamente, las mentiras y estereotipos sobre la revolución bolivariana que durante años ha intentado instaurar en la mente de sus audiencias son pulverizados en segundos por las mismas imágenes que se ve forzada a transmitir. A personas conservadoras se les escucha este razonamiento: por algo será que tantos lo lloran.
Muchos en otras latitudes quedan atónitos ante un espectáculo tan inusual en una época en que, salvo conocidas excepciones, los políticos son detestados por la ciudadanía. En este caso es tanto más significativo puesto que si hay un pueblo rebelde ese es el venezolano. De ello dan testimonio innumerables hechos a lo largo de su historia, desde las luchas por la primera independencia, pasando por la resistencia contra las dictaduras militares y gobiernos neoliberales del siglo 20. ¿Cómo olvidar el caracazo, primera gran rebelión antineoliberal de América Latina? O ya con Chávez en Miraflores, la resuelta derrota del golpe de Estado, del paro petrolero y de los numerosos intentos desestabilizadores noqueados por la firme movilización popular.
Doblemente notorio ya que muy pocos pueblos en el mundo han alcanzado la elevada cultura política del venezolano a partir precisamente del ascenso del arañero
a la presidencia en 1999. Y es que además de las portentosas conquistas sociales conseguidas bajo su conducción, Chávez hizo otra contribución aún más importante a sus compatriotas. Les abrió el espacio en la decisión de los asuntos públicos negado por los gobiernos anteriores y combinando su práctica política con su magistral pedagogía de multitudes trasformó a Venezuela en una gigantesca cátedra de educación revolucionaria. No es ningún secreto que esa participación política es inexistente en casi todas partes comenzando por las supuestas democracias consolidadas
de Estados Unidos y Europa. Por esa razón, hay que descartar del todo el fanatismo o el simple dejarse llevar por sentimientos coyunturales de que han hablado algunos politólogos de pacotilla como explicación de esta gigantesca manifestación de duelo. Hoy hay millones de Chávez por sentimiento y por convicción en Venezuela y en el mundo.
Ello deja muy clara la razón fundamental por la que la Revolución en Venezuela llegó para quedarse aunque Chávez no esté ya físicamente. Que se sienten a esperar los siervos del imperio como Vargas Llosa y Montaner –la estrella de CNN– por el fin del chavismo, que según su vulgar noción termina al morir su líder. No es fortuito que también la bloguera de alquiler Yoani Sánchez haya vaticinado una estupidez semejante respecto a Cuba cuando falte Fidel.
La presencia en el funeral de 54 delegaciones oficiales y más de 30 jefes de Estado y gobierno habla por sí misma del reconocimiento internacional al liderazgo latinocaribeño e internacional de Chávez y de Venezuela. Allí estaban todos los gobernantes de los países más influyentes de América Latina y el Caribe. Estados Unidos, que hizo cuanto pudo por aislar al líder bolivariano, se ve más aislado que nunca.
Otro dato muy tangible asegura la continuidad de la Revolución Bolivariana a largo plazo: el espíritu de equipo, fraternidad, sabiduría política, y resolución mostrados desde hace meses y, sobre todo, en las últimas semanas, por la dirección político-militar aglutinada en torno a Nicolás Maduro. Es ella la que junto a un chavismo sereno y crecido en grado sumo se encamina a una victoria trituradora de la oposición en la elección presidencial del 14 de abril. Capriles, que se sabía derrotado, consumó su suicidio político con la miserable declaración sobre la fecha de la muerte de Chávez.
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