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El heredero de Kapuscinski participa en la feria universitaria del libro UANLeer

Los periodistas somos la conciencia del poder y el pueblo, dice Jon Lee Anderson

Somos lo único que queda entre los poderes establecidos y grandes masas de personas indefensas, afirma el reportero estadunidense

Vivimos tiempos peligrosos para la verdad y la información, porque al amedrentar, al sobornar, al aterrorizar, al aniquilarnos se tienen países neutralizados

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Sanjuana Martínez, colaboradora de La Jornada, y Jon Lee Anderson, corresponsal en guerras y catástrofes de la revista The New Yorker, durante la charla que sostuvieron en MonterreyFoto Alondra Flores
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Periódico La Jornada
Jueves 14 de marzo de 2013, p. 5

Monterrey, NL, 13 de marzo.

Los periodistas somos los que estamos entre el poder y el pueblo, los que comunicamos lo que hace el poder al pueblo, y viceversa. En un extremo, somos los bufones del palacio que cuentan al rey lo que hace el pueblo, y el rey acepta la ofensa a cambio de recibir la noticia. Pero también somos los fiscales del poder, y la conciencia del poder y el pueblo, define Jon Lee Anderson (California, 1957).

Considerado uno de los mejores reporteros del mundo, corresponsal en guerras y catástrofes de la revista The New Yorker, maestro de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano y llamado por varios de sus colegas el heredero de Kapuscinski, el periodista estadunidense se encuentra en esta ciudad para participar en las jornadas académicas y profesionales de la feria universitaria del libro de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANLeer).

También fue invitado para presentar su libro más reciente La herencia colonial y otras maldiciones (editado por Sexto Piso y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes), encuentro en el cual explicó las características del oficio que desarrolla con pasión: los periodistas somos un montón de mensajeros, ratones de palacio, orejas y soplones. Todo eso, como una especie. Podemos anhelar ser uno o recaer en otro. Pero en el mejor de los casos, somos lo único que queda entre los poderes establecidos y grandes masas de personas verdaderamente indefensas que sólo nos tienen a nosotros para informarse. Esa es la parte canónica, sagrada, el peso mayor.

Durante una charla que sostuvo con su colega, la regiomontana y colaboradora de La Jornada Sanjuana Martínez, el autor de los duros y certeros perfiles de personajes como Fidel Castro, Ernesto Che Guevara, Augusto Pinochet, Hugo Chávez y Saddam Hussein, entre otros, dijo que vivimos tiempos peligrosos, no sólo para los periodistas sino para la verdad y la información misma, para lo que las sociedades pueden saber de la realidad de su época, porque al amedrentar, al sobornar, al aterrorizar, al aniquilar a los periodistas se tienen países neutralizados, donde las poblaciones se convierten en masa para moldear, en arcilla para los que tienen el poder.

Al respecto, puso como ejemplo a Rusia donde, afirmó, “no hay una prensa libre. Nos distrajimos con el caso de las Pusy Riots, quienes no son periodistas, pero tuvieron gran valentía. Claro, porque los periodistas están muertos, los asesinó el mismo régimen, es decir, unos matones. Es como si los señores que andan por acá (refiriéndose al narco) tomaran el poder y comenzaran a elegirse, y luego a los periodistas les advirtieran que los van a matar, pero ya desde el poder.

Eso es Rusia hoy, y lo tratamos como un país normal. Obama tiene que darse la mano con Putin porque los rusos tiene cabezas nucleares y punto. Vivimos en un mundo muy injusto en ese aspecto. Por eso, hay que cuidar de los periodistas en la medida de lo posible, porque se vilipendian muy fácilmente, hay periodistas que no lo son, hay de todo. Es como la televisión, hay telebasura y documentales de la BBC. Es un drama de nuestro tiempo.

Hugo Chávez, viveza criolla

A propósito del recién fallecido presidente de Venezuela, Anderson comentó que Chávez era un hombre muy singular, con un carisma extraordinario, afable. Era como Clinton, entraba a un salón y todo mundo se reía.

El periodista recordó que en 2008 el mandatario lo invitó a formar parte de la delegación venezolana que participó en República Dominicana en una cumbre de presidentes de América Latina: “durante 12 horas estuve sentado detrás de él, entonces se había armado un lío entre Chávez y el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, por la intervención en Ecuador, pero el resto de los mandatarios de Latinoamérica, como 23 jefes de Estado, estaban en vilo con Chávez, quien era como el director de una orquesta, todos lo miraban con una sonrisa, esperando, se sentían bien en su presencia.

“No era el payaso del grupo, era el líder, el hombre que sabía acalorar un ambiente. Tenía un don muy particular, decía cosas locas, nada diplomáticas. Pero en privado era muy distinto, se quedaba callado, me hacía preguntas, quería saber cosas. Tenía la corteza delgada, es decir, era sensible. Con una memoria fotográfica, recitaba poesía de José Martí, trozos de discursos de Fidel Castro, todo lo tenía en la memoria, sin ser un intelectual, pero tampoco era un tonto, tenía gran viveza criolla, una necesidad de entretener y una noción histórica.

No tengo duda de que sintió la tragedia de su agonía y muerte, porque realmente quería hacer una revolución nueva y crear una América bolivariana. No sé si entendió al morir que no le estaba saliendo, porque también pudo pensar que alguna semilla había sembrado en un Evo, en Bolivia; en un Correa, en Ecuador, en vertientes contestatarias en el poder en algunos países. Dejó legado. Nicolás Maduro es un hombre de calle, pero muy esquemático, en mi opinión. El pueblo venezolano va a sentir más la presencia militar y eso no les va a venir bien.

El periodista, quien vivió su infancia en África donde, explicó, siente el arraigo del territorio, reconoció que es en América Latina donde encuentra su otra cultura.

En ese sentido, cuando conoció la prosa tan pincelada de Ryszard Kapuscinski, de inmediato sintió gran resonancia, porque él tuvo una visión de la periferia, de la que se sentía parte.

Como periodista, concluyó Jon Lee Anderson, me nutro de la sensación de descubrimiento, si me quedo mucho tiempo en un sitio me estanco con la rutina, me emocionan las aventuras nuevas, experimentarlo todo como si fuera la primera vez, eso es la vida, pero también existe la necesidad de fajarse con el lenguaje, pelear e intentar hacer un arte de la organización de las palabras, para comunicar mejor.