La antropóloga e investigadora emérita del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Beatriz Barba de Piña Chan, recibió ayer un homenaje por sus 60 años de trayectoria académica, en la Casa del Risco, en San Ángel.

No puedo decir más que gracias, de lleno y de corazón, dijo Barba, después de que 13 oradores hicieron el recuento de sus méritos, junto con Bolfy Cottom, secretario técnico del INAH, quien destacó la activa participación de la especialista para lograr el reconocimiento profesional de los antropólogos por la Secretaría de Educación Pública, en 1959, y otras variadas luchas y aportes a la vida sindical del instituto.

Beatriz Barba, de 84 años, es la primera mujer arqueóloga en titularse en la década de los 50 del siglo pasado y ha abarcado en su prolífica vida diversas disciplinas, como la docencia, la antropología física, la museografía y la etnografía.

En su peregrinar por la antropología, se encontró con curanderos y brujos, y se convirtió en pionera de una línea de investigación considerada no seria: la historia de las religiones, el estudio de la magia, la brujería y el esoterismo de las concepciones prehispánicas.

Respecto de su trayectoria, según dijo hace días la investigadora, ha sido una especie de ensalada profesional, además de que siempre contó con el apoyo de su esposo, el reconocido arqueólogo Román Piña Chan.