esde el nacimiento de Dolly, la clonación en animales con fines reproductivos ha sido objeto de inquietud y numerosos debates, motivados por las bajas tasas de éxito que ha mostrado este procedimiento. De hecho la célebre oveja de Edimburgo murió prematuramente, y todos los experimentos realizados en otras especies han caminado, con muy pocas excepciones, bajo la sombra del fracaso. Pero la investigación en modelos animales en este campo dio un importante salto el pasado jueves, con la publicación de un trabajo de Teruhiko Wakayama y sus colaboradores del Centro Riken, en Kobe, Japón, en el que lograron clonar exitosamente 25 generaciones sucesivas de ratones.
Por años la tasa de éxito de la clonación había sido sumamente baja en todas las especies en las que se había ensayado esta técnica, además de que se asociaba con anomalías en los animales nacidos por este procedimiento. Más grave aún es que se producía una alta incidencia de defectos del desarrollo, como el crecimiento excesivo de la placenta, obesidad, hernias umbilicales y muerte neonatal.
Para enfrentar estos problemas, durante años se probaron distintos procedimientos; sin embargo, la tasa de desarrollo completo de ratones a término clonados se había mantenido muy baja (5 por ciento), comparada con el de los embriones fertilizados normalmente.
Los defectos en el desarrollo descritos llevaron a pensar que se producían anomalías genéticas en la descendencia de los animales clonados. Sin embargo, los análisis moleculares mostraban que más que defectos en los genes o en la secuencia del ácido desoxirribonucléico (ADN), lo que se presentaba era otro tipo de alteraciones denominadas epigenéticas.
Los cambios epigenéticos son procesos químicos que ocurren en condiciones normales en las células y especialmente en la molécula del ADN sin modificar su secuencia; entre éstos se encuentra la metilación (que consiste en la agregación de grupos metilo formados por un átomo de oxígeno y tres de hidrógeno en la molécula del ADN), mecanismo de gran importancia en la regulación de la función genética, pues se considera que el silenciamiento (o apagado) de los genes se relaciona con un alto grado de metilación.
Otro mecanismo consiste en las modificaciones de histonas (proteínas que permiten el plegamiento y compactación de la larga cadena del ADN). Las modificaciones en las histonas son esenciales en la regulación genética, pues determinan si un gen deberá expresarse o no.
La hipótesis de Wakayama y su grupo se orientó hacia el control de estos cambios epigenéticos, pues podrían ser el factor clave para mejorar la tasa de éxitos de la clonación. La idea que guió sus experimentos fue que la prevención de los errores en estos procesos debería conducir a una mejora de la tasa de éxito de la clonación en ratones.
Y así ocurrió. En sus estudios emplearon sustancias como el trichostatin, inhibidor de los cambios epigenéticos señalados, con lo que lograron una elevación sin precedente de las tasas de éxito de nacimiento de ratones clonados. Con esta herramienta en las manos, procedieron a repetir el experimento a lo largo de 25 generaciones, lo cual es posible debido a que los ciclos reproductivos en la especie empleada son muy rápidos. Los estudios se iniciaron en 2005 y concluyeron el pasado 7 de marzo con la publicación de sus impactantes resultados en la revista Cell Stem Cell. En su estudio reportan el nacimiento exitoso de más de 500 ratones clonados en generaciones sucesivas.
Los animales nacidos por esta técnica mantienen un peso normal (en las 25 generaciones), una esperanza de vida comparable con la de animales normales (dos años), y tienen capacidad reproductiva. En su trabajo, por ejemplo, muestran una fotografía de nueve ratoncitos que forman parte de la generación número 20, acompañados por su nodriza, y todos lucen perfectamente sanos.
Aunque todavía serán necesarios más estudios para indagar otros aspectos (entre ellos los conductuales) en los animales clonados por varias generaciones, estos resultados abren un nuevo camino a la clonación reproductiva en animales, pues representan una esperanza en áreas como la conservación de especies en peligro de extinción o la propagación de variedades animales de importancia en la ganadería… Y también, al sentar nuevas bases para la comprensión de los mecanismos de diferenciación celular, pueden ser de gran utilidad dentro del área de la clonación terapéutica para el tratamiento de enfermedades en los humanos.