Al conjuro poco usual por aquellos lares de la presencia de dos guerreras del arte del canto, como lo son la cubana Omara Portuondo y la mexicana Regina Orozco, una nutrida multitud –poco más de 6 mil, al cálculo de aquellos con buen ojo para este tipo de estimaciones– se congregó en los patios del Faro de Oriente.

Pedazos del corazón es el nombre del espectáculo de estas grandes cantantes, que hará gira y por lo pronto ya se presentó también en la plaza principal de Cuernavaca.

Había escepticismo entre la organización, a cargo de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal, sobre cómo estaría la recepción para el espectáculo, basado principalmente en temas de los iconos de la época dorada de la canción, como lo son Agustín Lara y Álvaro Carrillo, pero el rumbo respondió con creces y ya desde antes del comienzo de la función, las 18 horas del viernes, el sillerío se vio colmado por heterogénea concurrencia.

Inseparable listón

Órale, órale, deje todo y véngase”, conminaba una dama de mediana edad a un caballero, con evidencia de ser mayor que ella, en las afueras de una unidad habitacional sobre la lateral de la calzada Ignacio Zaragoza . Voy por mi señora y ahí la alcanzamos, respondió el hombre. Tráigasela y así la festeja, alcanzó a decir la dama que apuró el paso por la concurrida banqueta.

Ya la venerable Omara había dicho, en alusión al Día Internacional de la Mujer: Nosotras, las mujeronas, vamos a aprovechar para dedicarnos este concierto a nosotras mismas y los hombres lo van a agradecer.

De largo faldón rojo y su inseparable liston del mismo tono que le cubre media frente, Portuondo cumplió el sueño de Regina, cantar a dos voces con la diva del Buena Vista Social Club.

Estar aquí es romper paradigmas para hacer algo diferente. Hay grandes conciertos en el Zócalo o en el Monumento de la Revolución, pero hoy quisimos venir a hacer esto en esta zona de la ciudad, donde hay muchas mujeres trabajadoras, señaló Lucía García Noriega y Nieto, titular de la Secretaría de Cultura capitalina.

Envuelta en vestido de coctel, largo, en tonos morados, Regina comenzó el concierto con Lamento jarocho y de ahí en adelante se encendió la multitud, tanta, que obligó al cierre de la calle de acceso al recinto.

Del crisol en donde se funden los variados talentos que coinciden en esa fábrica de artes y oficios –que de ahí proviene el nombre de Faro–, brotó Portuondo y se empezaron a agitar las banderitas cubanas y se hicieron notar los coros de Cuba, Cuba, Cuba.

Los temas abrigaron un anochecer que no necesitaba de mucha temperatura.

Cuando Regina dejó el escenario vino Omara con sus temas clásicos y Solamente una vez con su peculiar estilo y clara voz, que desmiente sus años, que sobrepasan las ocho décadas.

Arrellanadas en un sofá las dos, ahora sí que empezó la fiesta y desde temprano comenzaron las peticiones, principalmente para la antillana, Guantanamera, Omara, Guantanamera, pero el dueto estaba en plena carrera con temas un poco más de la sección romántica que de temas épicos, así que las solicitudes, no del todo olvidadas, fueron dejadas para el punto del cierre.

Una bendición

En voz baja, Regina soltó: Es una bendición escuchar a Omara Portuondo y que pueda cantar con ella.

La orquesta de cuerdas, bajo la batuta de Ricardo Martín, dio oportunidad ahora de que apareciera en el escenario el mariachi de la Nueva Guardia Nacional, conjunto formado por elementos de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina, para acompañar a Omara, quien por segunda noche tuvo este fondo. La anterior, en Cuernavaca, al decir de Regina, fue su debut, y de inmediato brotaron los acordes de una clásica: Cuando te hablen de amor y de ilusiones... y vino otra por el estilo: México lindo y querido, si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido...

Y ya las divas advierten que va una de su novio: Amorcito corazón, yo tengo tentación de un beso y ahora sí, Omara hace como que se incorpora, pero queda mejor sentada y se arranca con una Guantanamera a medias, pues no es ninguna migaja estar dándole al canto por casi dos horas y a ritmo de Chan chan, uno de los temas del Buena Vista Social Club, la gente se empieza a mover y a tomar rumbo a la salida.