a capacidad dramática de la política estadunidense no tiene límite. Pareciera que en Hollywood escriben los guiones del acontecer político en Washington. No en balde en el pasado año se trasmitieron una decena de series de televisión en las que las intrigas en la Casa Blanca y el Congreso son el tema principal. Tampoco es casual que cuatro de las películas nominadas para recibir el Óscar están basadas en acontecimientos que de una u otra forma han afectado la vida política del país en diferentes momentos de su historia.
Consecuente con esa dinámica, Wa-shington ha puesto en escena un drama cuyo cuarto acto está en pleno desarrollo: en 2011 cuando el gobierno estuvo a punto de faltar a sus obligaciones por la negativa de los republicanos de aumentar el techo del endeudamiento; en agosto del año pasado, cuando se negaron a aumentar el presupuesto; en enero de 2013, por la proximidad de la caída en el precipicio fiscal
, y en este mes ante la eventualidad del secuestro
presupuestal. El guión o el pretexto es el mismo: cómo financiar el gasto y cómo distribuirlo.
El telón de fondo es la necesidad de reducir el déficit fiscal que se desbordó por la disminución de impuestos en el gobierno de Bush, las guerras en Irak y Afganistán, y el salvamento bancario e inmobiliario. El presidente y los demócratas en el Congreso insisten en disminuir ese déficit mediante la eliminación de los subsidios que se otorgan a diversos sectores, como el petróleo, y en un recorte selectivo del gasto que no incluya el destinado a la protección social. Los republicanos dicen que ya fue suficiente el incremento de impuestos a quienes ganan más de 400 mil dólares al año, por lo que ahora es necesario recortar el gasto en diversas partidas, como el apoyo al desempleo, y además hacer un ajuste adicional en la nómina del gobierno, pues no fueron suficientes los 700 mil que se despidieron en los meses pasados.
El desenlace de estas escaramuzas ocurrirá el viernes próximo, cuando se aplicará la guillotina al gasto federal. El recorte afectará funciones esenciales del gobierno como el control del tráfico aéreo, la educación, la inspección sanitaria de alimentos y las medidas de seguridad, responsabilidad de las fuerzas armadas, producto del despido de 800 mil civiles en el departamento de Defensa. Diversos economistas aseguran que esos y otras recortes repercutirían negativamente en la economía y el empleo, cuya recuperación está en ciernes.
Para algunos el gobierno ha exagerado en las consecuencias del secuestro
presupuestal, ya que los recortes se realizarán paulatinamente y existe la posibilidad de llegar a un acuerdo antes de que algunos de ellos se concreten. Para otros los problemas empezarán este mismo viernes, y es difícil anticipar sus consecuencias. Lo cierto es que en ocasiones como esta, ni los guionistas más avezados de Hollywood son capaces de recrear el dramatismo al que son tan proclives los actores en Washington.