etomo mi serie sobre la reforma educativa, ocupándome ahora del bachillerato. Este segmento educativo es nacionalmente un maremágnum espeluznante. Hace dos semanas La Jornada publicó una entrevista de Laura Poy Solano que comienza así: Fundado hace 40 años, el Colegio de Bachilleres enfrenta el costo de décadas de abandono, reconoce su directora general, Sylvia Ortega Salazar. Deterioro de su modelo pedagógico e instalaciones, condiciones de violencia dentro y fuera de sus planteles, e incluso consumo y distribución de drogas que involucra a la comunidad escolar, han generado una elevada tasa de deserción
. La franja de la sociedad mexicana preocupada por estos problemas parece tener esta visión, sobre todo el bachillerato nacional (BN): décadas de abandono.
Algunos datos parecieran confirmarlo. En 2008, en un examen del BN la propia SEP caracterizaba al BN con estos tres grandes rasgos: solamente permanece 58 por ciento de la población en edad de cursarlo; su escasa pertinencia genera deserción; a menor ingreso menor capacidad de acceder a este nivel y menor calidad del mismo. El BN está conformado por alrededor de 25 subsistemas de distintas dimensiones, estructuras, formación de organización y formas de control. Respecto de esto último (formas de control), hay planteles, centralizados del gobierno federal, descentralizados de la Federación, descentralizados de las entidades federativas, estatales, del gobierno del Distrito Federal, autónomos y privados. Respecto del número de programas se habla desde 197 hasta más de 300. Si se juzga por el estado de cosas que prevalece, podría decirse lo que la doctora Sylvia Ortega dice del Colegio de Bachilleres: abandono. Pero es el caso que se han tomado numerosas iniciativas frente al BN, y éste sigue siendo un mundo literalmente indescriptible.
El bachillerato positivista de Gabino Barreda sigue pesando, aunque de mil maneras desfigurado. Justo Sierra hizo su aporte intentando reformarlo. En 1922 se instituyó un nuevo plan de Estudios para Escuela Nacional Preparatoria (ENP) y se le convierte en un bachillerato propedéutico, de modo que el título de bachiller desaparece. En 1932 pasa de bachillerato especializado, a bachillerato general, conservando su objetivo propedéutico de las carreras universitarias. En 1956 se aprueba otro nuevo plan de estudios para la ENP. Nacen los planteles de los gobiernos y de la universidades de las entidades federativas siguiendo el plan de estudios de la ENP, pero a inicios de los años sesenta, cada escuela preparatoria tomó su rumbo y así comenzó la multiplicación de los programas. En los setenta nacen el CCH y el Colegio de Bachilleres, cada uno con su programa. En 1971, en 1972, en 1982, en 1986 hay reuniones nacionales que discuten y toman acuerdos para llevar a cabo cambios para este nivel educativo; en 1986 la ANUIES hace su propia aportación a la reforma del BN y con ese antecedente se crea el Programa de Modernización Educativa 1989-1994, con un capítulo para el BN. Y aquí seguimos, en el maremágnum.
En tanto, en 1968 en Ginebra surge una fundación sin fines de lucro denominada International Baccalaureate (IB), Bachillerato Internacional. El IB se extendió vertical y horizontalmente con rapidez. Al programa de este bachillerato pasó a denominársele Programa de Diploma (PD) para jóvenes de 16 a 19 años, en 1994 creó el Programa de los Años Intermedios (PAI) (11-16 años), y en 1997 el Programa Escuela Primaria (PEP) (3-12 años). Se extendió a 3 mil 521 colegios de 144 países con 1 millón 78 mil alumnos. En Estados Unidos trabaja en 1,399 con el PEP en 351 planteles, el PAI en 475 planteles, y el PD en 777 planteles. Un estudio reciente mostró que los egresados del PD del IB, están en el rango de mayores probabilidades de superar los exámenes de ingresos a las universidades. En México está presente en 94 instituciones educativas, en 60 de ellas se cursa el PD. Desconozco si existen estudios sobre los rendimientos de esas 94 instituciones.
Mientras, el mundo actual demanda, al menos, desenvolverse satisfactoriamente en contextos plurales; hacer frente al cada vez más amplio universo de información disponible; mantener una actitud crítica ante el mundo; desarrollar soluciones a problemas crecientemente complejos; actuar de manera reflexiva y responsable; actualizarse de manera continua. El BN de hoy en México, debiera estar en condiciones de formar a sus egresados, cubriendo al menos los aspectos enumerados. El IB asegura que sobrepasa con mucho esas posibilidades.
No ha llegado la hora de la reforma completa del bachillerato nacional. Pero requerimos que todos los planteles de bachillerato, más allá de su forma de control, posean el mismo núcleo central que cubra al menos los retos del mundo aludidos antes, y un espacio para variaciones regionales e institucionales.
El reto mayor es acordar el contenido de un núcleo central, que sea coherente con el nuevo paradigma que debe adoptar la educación básica, y que ese núcleo pueda ser evaluado periódicamente a escala nacional, para que el país sepa que el sistema cubre los requerimiento exigidos, y también para mejorarlo y actualizarlo, permanentemente. Por supuesto, es preciso evaluar todo: programas, profesores, infraestructura tecnológica y material…
Como en el caso de la educación básica, es indispensable un cambio en la cultura académica de los profesores, a efecto de poder invertir la relación profesor-alumno, centrando el aprendizaje en el estudiante, con los programas instruccionales de profesores innovadores.