Inauguraron exposición con 152 fotografías, proyecciones fílmicas y cartas del artista
Rastros misceláneos del mexicano parecen pedir ser estudiados y difundidos, indica experta
Miércoles 13 de febrero de 2013, p. 5
Madrid, 12 de febrero. Manuel Álvarez Bravo era, además de un fotógrafo al acecho de la instantánea, un hombre preocupado e interesado por su tiempo, por la evolución estética y teórica de las expresiones artísticas.
Con esa premisa se concretó en Madrid la exposición Manuel Álvarez Bravo, que reúne 152 fotografías, cinco proyecciones cinematográficas, documentos, cartas y un cuaderno de notas alusivos al universo de uno de los artistas mexicanos más relevantes del siglo XX.
Álvarez Bravo (DF, 1902-2002) es el personaje más influyente de la fotografía mexicana de la centuria anterior. A pesar de su impronta y su lugar en la historia de ese arte, su figura ha sido poco difundida y mostrada en España.
En Europa, el artista tiene más consideración y admiración en otros países, como Francia, donde se equipara con quien fue su amigo e interlocutor reflexivo, Henri Cartier-Bresson.
La exposición que se inauguró en el Centro Comercial de Azca, auspiciado por la Fundación Mapfre, permite acercarse a una amplía y diversa representación de la obra del artista mexicana, en la que además los curadores Laura González y Gerardo Mosquera intentaron destacar la influencia de los movimientos de vanguardia de la primera y la segunda mitad del siglo XX.
De Madrid a Puebla
Pablo Jiménez Burillo, director de la Fundación Mapfre, aseveró: Es una exposición que pretende superar la imagen tópica que se tiene de Manuel Álvarez Bravo, romper la idea que tenemos de él y mostrarlo con toda su tradición vanguardista, viéndolo como un artista reflexivo, inteligente y que entroniza una larga y rica tradición de la iconografía
.
La exposición, que contó con el apoyo de la familia de Álvarez Bravo –de la que proceden la mayoría de imágenes– está dividida en grupos temáticos cuya nomenclatura hace alusión a un estado de ánimo o a una impronta de inspiración: formar, construir, aparecer, yacer, ver, caminar y soñar.
También hay documentos que explican, por ejemplo, su ágil y permanente diálogo con otros artistas de la imagen, como Cartier-Bresson, Alfred Stieglitz y Edward Steichen. Asimismo, la exposición aborda una práctica que el artista mexicano realizó de forma experimental: tomas y secuencias cinematográficas con cámaras de 8 mm.
Laura González explicó que para montar la muestra se dedicaron durante varios meses
a estudiar y analizar negativos inéditos, pruebas de impresión y tirajes nunca expuestos, pero sobre todo decenas de filmes experimentales que se conservaron sin editar en sus latas originales y que se desecharon por considerarlos fallidos.
“Lo que se creía valioso o fallido en la época de Álvarez Bravo no necesariamente tiene el mismo valor hoy. A 10 años de su muerte –y a casi medio siglo de que se produjeran– estos rastros misceláneos que quedaron en su archivo, voluntaria o accidentalmente, parecen pedir ser estudiados y considerados como parte de su proceso intelectual y experimental.”
La experta mexicana explicó que a Álvarez Bravo y su trabajo se les ha elogiado y definido de numerosas formas –exótica
, surrealista
, mágica
y padre de la fotografía
–, pero considera que la mejor manera de explicar el arte de don Manuel es si se le define como reticente
o “fotopoético.
La exposición Manuel Álvarez Bravo terminará en Madrid el próximo 19 de mayo y de ahí viajará a Puebla, en México.