Salud versus dinero
a iniciativa de reforma educativa que recientemente aprobó la Cámara de Diputados incluye en el artículo quinto transitorio prohibir en todas las escuelas los alimentos que no favorezcan la salud de los educandos
, concepto muy general que, sin embargo, identificó como un artículo contrario a sus intereses el dirigente de la Confederación de Cámaras Industriales de la República Mexicana (Concamin), revelando así su clara y absoluta consciencia de que los industriales confederados producen alimentos nocivos para la salud de los escolares (y niños no escolarizados) mexicanos.
Sin pudor, este señor Francisco Funtanet se puso públicamente el saco de dañador de la salud de los educandos y exhibió a la luz del sol el deliberado propósito de acabar con un pueblo (que tal vez no sea el suyo), mientras éste tenga dinero para comprar sus venenos. Porque veneno son los colores del dorado y plateado al arcoiris de dulces que se reparten en bautizos, fiestas infantiles, premios de feria y distribuidores públicos, para no poner sino un ejemplo del origen de alergias incapacitantes entre los infantes y que ya rebasan la capacidad de atención médica pública y privada en México.
El monstruoso y criminal negocio de los alimentos chatarra, que don Funtanet justificó quejándose de que se les culpa a ellos, los industriales, cuando son quienes arriesgan, invierten sus capitales, hacen crecer al país y generan empleo
, está ampliamente documentado en los otros países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, que reúne a 34 estados ricos), cuya mayoría ha prohibido la publicidad y la oferta en escuelas y universidades de alimentos nocivos, desde hace al menos una década o más. Mientras en México este personaje declaró “que los alimentos industrializados y los refrescos satanizados no tienen ningún impacto en la epidemia de obesidad que padecen los mexicanos (segundo lugar mundial) para soltar la frase cúspide del cinismo del capital frente a la tragedia humana: No creemos que un problema de salud pública se combata con impuestos (a los refrescos)
.
Así, este orgulloso representante de nuestros industriales, exhibiendo una falta total de ética manifestó también que negociaría
con las autoridades, dado que la Concamin mantiene un cabildeo permanente con el Poder Legislativo
. Momento ideal para saber de qué lado están los legisladores de los estados: de los envenenadores a consciencia para hacer crecer el abstracto PIB mientras los productores presentes y futuros son minados, o de la salud de éstos para hacer viable el devenir de nuestro país.
Porque pocos fueron quienes se opusieron y denunciaron en su momento otro círculo criminal perfecto: el del programa Oportunidades, mediante el cual se repartieron recursos en efectivo entre núcleos de población preseleccionados, como mujeres con hijos escolarizados entre otros, recursos que no alcanzaban para invertir en la producción de alimentos locales empleando la mano de obra de los hombres, sino sólo para comprar, en los tendajones rurales o suburbanos, refrescos, frituras y harinas endulzadas y coloreadas… Muchos hombres, desocupados y ninguneados, se pusieron a beber alcoholes locales y cervezas o se unieron a grupos delictivos, las mujeres elegidas formaron un clientela panista y quienes quedaron fuera del programa empobrecieron más; mientras el dinero de Oportunidades regresó a los industriales de la Concamin, productores de chatarra propia o concesionarios de trasnacionales.
Por ello y en contraste, el dirigente de la Asociación Latinoamericana de Micros, Pequeños y Medianos Empresarios, apoyó el artículo quinto de la reforma educativa en pro de la salud de los niños, confirmando que la mayoría de los productos ofrecidos en las escuelas son de corporaciones como Femsa, Sabritas y Bimbo, aun si algunas pequeñas fábricas mexicanas de botanas resulten perjudicadas. Pero esto no pasará necesariamente –y las amenazas de Funtanet sobre el consecuente desempleo con la prohibición de la chatarra en las escuelas pueden ir al bote de la basura, haciendo que el empleo aumente al doble de su pretendida pérdida– si se desarrolla una política de apoyo a la producción artesanal de alimentos saludables y acordes a nuestra cultura ancestral. Evocaremos una lista de éstos en la próxima entrega.