Como cónsul general de México en Atlanta, Salvador de Lara Rangel fue acusado por personal adscrito a esa oficina y por la comunidad mexicana de morosidad, descuido manifiesto e ineptitud en el cumplimiento de sus labores.

Año y medio después de la denuncia presentada en su contra, el caso sigue sin ser resuelto por el Órgano Interno de Control de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE). Tras ser removido del consulado, De Lara Rangel fue asignado a la Subsecretaría para América del Norte, a cargo de Julián Ventura Valero.

La conducta inapropiada de De Lara comienza por su hora de llegada al consulado: alrededor del mediodía. Al poco tiempo se retira a comer y regresa avanzada la tarde con fuerte aliento alcohólico. Se encierra en su oficina a dormir y en no pocas reuniones de trabajo se ha quedado dormido, destaca el documento que acompaña la denuncia.

Al cambio de adscripción de De Lara fue nombrado en su lugar Ricardo Cámara Sánchez, a quien se acusó a su vez de hostigar a los funcionarios del consulado que informaron a la cancillería sobre la conducta de su predecesor, sin que haya mediado solución alguna de la SRE.

El descuido de De Lara en su trabajo al frente de la representación en Atlanta afectó directamente a los connacionales radicados en esa ciudad, en momentos en que se aplicaba la legislación que criminaliza a los migrantes por su aspecto. “El día en que se aprobó la ley de Alabama se trató de localizarlo sin éxito. Su excusa fue que había tomado un medicamento muy fuerte que ‘lo sacó de combate’”, se asevera en el texto.

Refiere también que desatendió obligaciones como los actos de Registro Civil. No había firmado documentos ni poderes notariales desde finales de 2008, afectando a centenas de personas que pretendían la adquisición o venta de bienes, apertura de negocios o la custodia de menores.

Lo mismo sucedió con las actas de Registro Civil, “atrasadas debido a la desatención del titular, con el agravante de que la demanda de ese servicio creció exponencialmete debido a las nuevas leyes migratorias, que obligaban a los connacionales a prepararse para proteger a sus hijos en caso de la eventual deportación repentina de los padres.

“La gente llega al consulado a las 4 de la madrugada para hacer la fila e ingresar a las 7. Como esa área sólo cuenta en la actualidad con dos personas y el jefe de departamento, quien también se ocupa de poderes notariales, las horas que se requieren para realizar trámite son muchas y el cónsul se niega a permitir que los usuarios esperen adentro, aun habiendo espacio, dejándolos afuera del edificio a temperaturas que son peligrosas para los cientos de niños destinatarios del servicio.

“En una reunión de trabajo, De Lara Rangel respondió que si los paisanos se habían aguantado el sol del desierto durante días, no veía porque se quejaban tanto de un par de horas fuera del consulado”; en tanto, la denuncia sigue sin ser respondida por la SRE.