ace una semana la Asamblea General (AG) de la ONU reconoció a Palestina como Estado observador no miembro por amplia mayoría. ¿A qué se debe la disminuida condición de observador no miembro
? Muy sencillo. Debido al sistema dictatorial existente en la ONU, cinco grandes potencias (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia) tienen poder de veto en el Consejo de Seguridad (CS) del organismo, que a su vez es el único facultado para recomendar a la AG el ingreso de nuevos estados miembros y para tomar otras decisiones cruciales. Eso es lo que hizo posible que el año pasado Washington, en su condición de sempiterno abogado del sionismo, impidiera que se votara en ese órgano una solicitud de ese tenor formulada por la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y le diera los honores de la gaveta. De allí que la ANP tomara el camino intermedio de proponer el estatus concedido el 29 de noviembre por la AG, que no requiere ser considerado por el CS, a la vez que ratificaba en el texto aprobado la petición de ingreso como Estado miembro.
Lo anterior no resta méritos a la rotunda victoria del pueblo palestino lograda con ese respaldo en la AG, expresión además del consenso internacional favorable que ha ido ganado su justa causa y el aislamiento creciente del Estado sionista. Sin embargo, subraya la arbitrariedad e injusticia de la existencia del veto, así como su uso impúdico por Estados Unidos, con mucha frecuencia para defender los crímenes de guerra de Israel y para continuar extendiendo y profundizando la colonización del pueblo palestino. Pero a la resolución del jueves pasado siguió otra más esta semana, que nos recuerda otra razón por la que Israel merece catalogarse como Estado canalla.
Titulada El peligro de la dispersión de las armas nucleares en Oriente Medio
, la resolución, aprobada el 4 de diciembre por 174 votos a favor, seis en contra y seis abstenciones, recalca que el Estado hebreo se ha convertido en el único de esa región que no ha firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNPN) y lo exhorta a que abra todas sus instalaciones nucleares a la inspección del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Es innecesario identificar los seis votos en contra, el lector lo sabe o lo imagina. La resolución está directamente relacionada con el objetivo de convertir Oriente Medio en zona libre de armas nucleares, que en los hechos implica fundamentalmente a Israel, puesto que es el único Estado de la región que posee ese tipo de armas (entre 200 y 500), encima se niega a firmar el TNPN y sabotea sistemáticamente la conferencia internacional sobre la desnuclearización del Medio Oriente. Irán, país al que Israel quiere atacar, sí es firmante del TNPN e inspeccionado sistemáticamente por el OIEA. Claro, únicamente un iluso podría esperar de Tel Aviv una conducta constructiva en cuanto a poner atención a este reclamo de la inmensa mayoría de los miembros de la ONU. Sin embargo, lo caudaloso de la votación sobre el tema demuestra un grado de hastío y preocupación inédito hacia la conducta criminal de la entidad sionista y su desprecio por la opinión mundial.
Ese sufragio tampoco es ajeno a las represalias que Israel amenaza tomar ahora contra la osadía de los palestinos de pedir su reconocimiento como Estado y de los miembros de la ONU por concedérselo. Tel Aviv anuncia que va a retener a la ANP millones de euros en impuestos y a construir 3 mil viviendas más de colonos judíos en Cisjordania y Jerusalén este. Cabe recordar que en ambos puntos ya Israel ha asentado ilegalmente a más de medio millón de colonos, hasta hacer casi inexistente la tierra en manos palestinas. Si observamos en los mapas su expansión territorial desde 1947, nos damos cuenta de que son diminutos y sin continuidad territorial los girones de la Palestina histórica que no se ha tragado ya.
Pero además del daño causado por el Estado sionista a los palestinos y a los pueblos árabes mediante sus acciones terroristas, sus guerras y masacres, también constituye una grave amenaza para el conjunto de la humanidad. A eso apunta la última resolución de la ONU: al enorme arsenal nuclear de Israel no declarado ni inspeccionado internacionalmente. Sumado a su belicosidad, su permanente amenaza de atacar a Irán, el odio racista que ciega a su liderazgo y la creciente explosividad de la zona, están reunidos todos los elementos de una tormenta perfecta... infernal diría, pidiendo a gritos una acción enérgica que la impida.
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