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La mujer se quejó con un amigo de la FBI de recibir correos con amenazas

Corea del Sur destituye a Jill Kelley como cónsul honoraria, tras el escándalo Petraeus
 
Periódico La Jornada
Miércoles 28 de noviembre de 2012, p. 35

Seúl, 27 de noviembre. Corea del Sur anunció este martes la destitución como su cónsul honoraria en Estados Unidos a Jill Kelley, la mujer que desató el escándalo que llevó a la dimisión del general de cuatro estrellas David Petraeus como director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos.

Seguimos el procedimiento vigente para retirarle la función porque no es deseable que asuma el cargo después del escándalo, declaró a la agencia Afp un responsable del ministerio de Relaciones Exteriores sudcoreano.

Jill Kelley, de 37 años, organizadora de fiestas para oficiales de alto rango en Tampa, Florida, fue nombrada cónsul honoraria en agosto pasado por recomendación de la embajada sudcoreana en Washington.

Un cónsul honorario no tiene responsabilidades oficiales ni derecho a inmunidad particular.

No obstante, Kelley había inscrito en la matrícula de su Mercedes la indicación cónsul honorario.

Kelley, quien tiene una hermana gemela, y es hija de padres libaneses que llegaron a Estados Unidos en los años 70, dio pie al escándalo que condujo a la renuncia de Petraeus al quejarse con un amigo suyo de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) de que recibía correos electrónicos anónimos con amenazas.

Al investigar las cuentas de correo electrónico, la FBI descubrió que los mensajes eran de Paula Broadwell, la biógrafa y ex amante de David Petraeus, quien estaba celosa de la relación del ex director de la CIA con Jill Kelley.

Los expertos en ciberdelincuencia destaparon una tórrida correspondencia entre Broadwell y Petraeus, así como documentos clasificados que dispararon las preocupaciones sobre la eventualidad de que se hubiera afectado la seguridad nacional.

Petraeus dimitió el 9 de noviembre como máximo responsable de la CIA y el jefe de la coalición internacional en Afganistán, John Allen, también se vio implicado en el escándalo y es investigado por el Pentágono por mantener correspondencia considerada potencialmente inapropiada con Jill Kelley.

Allen, quien estaba a punto de ser nominado por el presidente Obama como jefe del Comando Supremo Aliado de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Europa, ha negado haber cometido adulterio y regresó a Kabul el 21 de noviembre pasado para proseguir al frente de los 37 mil militares de la OTAN y los 66 mil estadunidenses en Afganistán, mientras continúa la investigación.

De acuerdo con analistas, la ausencia de filtraciones de información secreta en el caso, factor citado como una razón para que el Departamento de Justicia no notificara a la Casa Blanca y el Congreso de forma inmediata sobre el inicio de la investigación, ha provocado que líderes legislativos ratifiquen su intención de indagar sobre el papel de los federales en la pesquisa, que pasó del escrutinio de un posible conflicto privado a una revisión de la correspondencia electrónica de dos altos funcionarios vinculados a la seguridad nacional del país.