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Guerreros

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Veteranos estadunidenses en el anfiteatro del Cementerio Nacional de Arlington, Virginia, donde ayer el presidente Barack Obama pronunció un discursoFoto Ap
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esfiles, banderas, himnos, medallas, conciertos, reconocimientos en espectáculos deportivos, elogios y homenajes a los que se sacrificaron para defender la libertad decoran el panorama estadunidense para festejar el Día de los Veteranos, aquellos jóvenes que los políticos escondidos detrás de sus escritorios enviaron a matar a otros jóvenes en grandes batallas y guerras que han marcado de manera incesante la historia de este país imprescindible para el mundo, como suele decir el comandante en jefe recién relecto.

Pero detrás del festejo, los ritos y los honores, está el rostro de los veteranos de guerra, casi siempre de clases populares, que han regresado a un país cada vez más cansado de guerras y que en su gran mayoría ni se fija ya en esos conflictos, ofreciéndoles una bienvenida poco entusiasta con menos empleo y sin remedio para sus heridas tanto abiertas como ocultas. El presupuesto de defensa de Estados Unidos es de más de 700 mil millones de dólares al año, lo que representa algo así como la mitad del gasto militar mundial, pero para demasiados veteranos el costo es incalculable, hasta inaguantable.

Los veteranos de ese poder militar supremo hoy día suman 21 millones 500 mil (cifras de 2011, las más recientes del censo de Estados Unidos), un millón 600 mil mujeres, 2 millones 300 mil afroestadunidenses, un millón 200 mil latinos. Los veteranos vivos de los tiempos de la guerra de Vietnam suman 7 millones 500 mil (no todos fueron a la guerra, pero sirvieron en las filas armadas en esa época); un millón 800 mil son de los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, 2 millones 400 mil de la guerra en Corea y sólo 5 millones 400 mil son veteranos de tiempos de paz.

Los más recientes son los que estaban en el servicio militar en el periodo de las largas guerras del Golfo y Afganistán (de 1990 a 2012), que suman más de 5 millones; dos y medio millones de ellos participaron en las guerras de Irak y Afganistán.

Pero estas estadísticas no cuentan todo el cuento.

Según una investigación de la Alianza para la Política sobre Drogas, aproximadamente 30 por ciento de los veteranos de las guerras de Irak y Afganistán reportan síntomas de estrés postraumático, daños traumáticos al cerebro, depresión, enfermedad mental o algún tipo de discapacidad cognitiva. Si no obtienen tratamiento, estas condiciones contribuyen al abuso y adicción de drogas, y con ello están más expuestos a ser víctimas de la guerra más larga del país: la guerra contra las drogas.

Para Daniel Robelo, coordinador de investigaciones de esa organización, los integrantes del servicio militar han tenido que pagar un alto precio durante la última década de guerra, y los militares les han recetado cualquier droga que necesiten para que sigan luchando, pero el cuento es diferente cuando regresan a casa. Arrestamos a muchos veteranos por cuestiones de drogas, los encarcelamos durante demasiado tiempo y los dejamos con fichas criminales que les hacen casi imposible conseguir empleo, vivienda, educación y otros servicios, creando frecuentemente un círculo vicioso de adicción y encarcelamiento.

Por otro lado, más veteranos militares se suicidan cada año que todos los soldados muertos en Irak y Afganistán combinados desde que iniciaron esas guerras, reportó hace unos meses el columnista Nicholas Kristof del New York Times; esto es, más de 6 mil 500 cada año. Por cada soldado muerto en los campos de batalla este año, aproximadamente 25 veteranos se suicidan. Los veteranos se suicidan a un ritmo promedio de uno cada 80 minutos.

Casi una de cuatro personas sin techo en el país es veterano militar y casi un tercio de los hombres sin techo son veteranos, según la Coalición Nacional para Veteranos sin Techo. La Secretaría de Vivienda y Desarrollo Urbano del gobierno federal calculó en 2011 que 67 mil veteranos militares estaban sin techo en cualquier noche en Estados Unidos. De éstos, 47 por ciento sirvieron en Vietnam, y 17 por ciento en la era postVietnam.

Ni hablar de los veteranos que regresan sólo para encontrar que han perdido sus casas por la crisis hipotecaria, o que al retirarse no encuentran empleo por la crisis económica. Y esto empeora con el retiro de tropas de los campos de batalla en Irak y Afganistán, al sumarse más de un millón de veteranos a la fuerza laboral en los próximos cinco años, según cálculos oficiales. La tasa de desempleo en los veteranos militares entre 20 y 24 años de edad ha registrado promedios hasta de 30 por ciento, y 12 por ciento en general, comparada con 8 por ciento en la población en general.

¿Y quién da las órdenes para crear a los veteranos? Los dos comandantes en jefe durante los últimos 12 años de guerras –George W. Bush y ahora Barack Obama– no son veteranos militares y no participaron en ninguna guerra. Como señala Aaron O’Connell, profesor en la Academia Naval de Estados Unidos y oficial de reserva de los marines, “la mayoría del discurso político sobre asuntos militares proviene de civiles, quienes son más vehementes sobre ‘apoyar a nuestras tropas’ que las propias tropas”. En un artículo publicado en el Times, señala que hay menos veteranos en el Congreso hoy día que en cualquier otro momento desde la Segunda Guerra Mundial. Aproximadamente 4/5 de todos los legisladores federales son no veteranos.

Muchos veteranos han cuestionado las guerras y las políticas bélicas de las que fueron parte durante las últimas décadas, incluidos los Veteranos de Irak contra la Guerra (www.ivaw.org), así como sus compañeros Veteranos de Vietnam contra la Guerra, que se fundó en 1967 (www.vvaw.org) y los Veteranos por la Paz (www.veteransforpeace.org). De hecho, la creciente rebelión de veteranos en Vietnam fue parte clave del movimiento de paz hace más de 40 años, algo que sus contrapartes intentan hacer hoy día. Cada vez más desean festejar un día en el cual ya no haya veteranos de guerra.