Amantes se aloja en la sala Gabinete del Museo de San Carlos
Confiere a sus esculturas una capacidad de resplandor que favorece la meditación
, señala el crítico Marcel Paquet en un libro sobre el artista
Lunes 12 de noviembre de 2012, p. a10
El centenario de nacimiento del escultor Francisco Zúñiga (1912-1998) se celebrará el próximo 27 de diciembre, por lo que la Academia de las Artes, de la que fue nombrado académico de número en 1987, presenta Amantes, exposición de seis esculturas y 14 obras gráficas, en la sala Gabinete del Museo Nacional de San Carlos, recinto en que el organismo tiene su sede y que colabora en la muestra.
Zúñiga nació en San José, Costa Rica, donde se inició en la talla de la madera y la piedra gracias a que su padre, impresor de oficio. Para aumentar el ingreso económico de la familia se dedicó a la escultura de motivos religiosos. Desde 1925 aprendió a grabar. Dadas sus habilidades, su familia no fue reticente a su inscripción en la Academia de Bellas Artes de San José.
En paralelo a su trabajo de pintor y grabador, entonces el más abundante, Zúñiga se tornó activamente hacia la escultura y a un aspecto de ésta que había caído en desuso: la talla en directa
, escribe el crítico de arte Marcel Paquet en el libro Zúñiga. La abstracción sensible (Ediciones del Equilibrista, 1989). De allí que en 1935 realizó Maternidad, obra en piedra que jugaría para él un papel decisivo y que le valió el primer premio del Salón de la Escultura en Costa Rica.
A los 25 años se trasladó a México, país que convirtió en su lugar de residencia. Se naturalizó mexicano en 1986. Tomó algunos cursos de dibujo en el estudio de Manuel Rodríguez Lozano; luego obtuvo una plaza de maestro en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda. En 1953 realizó un relieve en piedra de cantera para la Secretaría de Comunicaciones, cuyo edificio se construía en la ciudad de México; a principios de los años 60, dos fuentes en el Bosque de Chapultepec, una en torno a la investigación en física nuclear y la otra referente a la juventud, y en 1965, la estatua en bronce Don Vasco de Quiroga, en Pátzcuaro, entre otras. Tuvo su primera exposición en el Museo de Arte Moderno en 1969.
Para Paquet, todas las esculturas de Zúñiga presentan una relación entre dos tendencias: una concentración sólida y masiva, intensa, y a partir de ese centro de intensidad, el desplazamiento de un movimiento, de una línea que la mirada debe seguir, adoptar
. La mujer en particular ocupa un sitio preponderante en su quehacer artístico.
De acuerdo con el crítico de arte, Zúñiga no inventa de manera teórica o abstracta las poses humanas que esculpe, pero al esculpirlas les confiere una capacidad de resplandor que favorece la meditación, que llama a la mejor parte de la consideración pensante que debemos aportarles
.
En 1992, el escultor recibió el Premio Nacional de Artes en México y dos años después fue objeto de un homenaje nacional en el Museo del Palacio de Bellas Artes con una muestra retrospectiva.
Amantes: homenaje a Francisco Zúñiga 1912-2012 permanecerá abierta al público hasta el 12 de noviembre en el Museo Nacional de San Carlos (Puente de Alvarado 50, colonia Tabacalera).