Viernes 14 de septiembre de 2012, p. a12
Colonia, Alemania. No todo es miel sobre hojuelas en la carretera. Como en cualquier viaje, siempre estás consciente que de un momento a otro todo puede ir mal. Afortunadamente para nosotras, lo más grave que nos ha pasado en Europa es la cancelación de un toquín en Holanda por causas de fuerza mayor. Y aún así nos pagaron.
En cambio, en México y en Argentina hemos tenido llantas ponchadas, camionetas desvieladas, ingenieros de sonido borrachos, dueños de lugares chalados, equipos de sonido en estado de putrefacción y una infinidad de fechas canceladas por las razones más ridículas, siendo la clausura de los lugares la más común.
Claro, acá todo sirve, todo funciona: los micrófonos, los monitores, las luces, los cables. Es raro, pues crecimos y aprendimos a tocar sin escucharnos un carajo en Latinoamérica, así que escucharnos bien arriba de un escenario sigue siendo un shock y es delicioso.
Otra de las cosas no muy lindas de las giras es que prácticamente no conoces nada de los lugares donde tocas. No tienes tiempo de ir a un museo o de compras, o de dar un paseo por la ciudad. De hecho, a veces no tienes tiempo ni de bañarte, ya no hablemos de maquillarte o algo parecido... Llegas de la carretera a una ciudad nueva, pruebas sonido, comes algo y cuando crees que puedes dar una vuelta a la manzana, llega un periodista a hacerte una nota, o tienes que responder correos, ir a la radio, o hacer una sesión de fotos... Antes me frustraba esa situación. Ahora trato de relajarme y lo veo como una investigación para futuras visitas... Además se compensa con el amor y la energía que recibes de la gente que va a tus conciertos. Conocer a los nativos de la ciudad es la mejor manera de conocer la ciudad.
Esta semana empezamos en Oldemburg, de ahí fiestota en Bremen (chequen la foto). Ayer tocamos en Colonia y vamos a Ámsterdam, donde tocamos en la noche.