elsinki, Finlandia. El inusualmente frío verano de la capital finlandesa se calentó notablemente con una sabrosa controversia musical. Desde antes del inicio del Festival de Helsinki, ya se hablaba por toda la ciudad del espectáculo más esperado del evento: la potente ópera Tristán e Isolda, de Richard Wagner, en una presentación heterodoxa que, como suele ocurrir en estos casos, a nadie dejó indiferente aquí en Finlandia. La causa de la controversia y el debate fue la singular manera de presentar este Tristán: una versión de concierto sazonada con algunos sencillos apuntes teatrales, y con el complemento de un video proyectado durante la duración íntegra de la obra. ¿Por qué entonces la discusión, si este tipo de presentaciones son usuales en el ámbito operístico de nuestro tiempo? En primer lugar, porque no faltan los puristas que se rasgan las vestiduras ante el menor indicio de una puesta en escena que se salga de lo usual y lo rutinario. En segundo lugar, por el calibre artístico y el prestigio de los personajes involucrados en el proyecto. En la dirección concertadora, el finlandés Esa-Pekka Salonen, uno de los intelectos musicales más poderosos de nuestro tiempo. A cargo del trazo escénico, Peter Sellars, un director teatral que siempre tiene algo interesante que decir, y lo dice bien. Y en la realización del video, Bill Viola, quien probablemente es el videoasta más destacado de la actualidad. Más allá del debate, la discusión y el disenso que era natural esperar, este multifacético y explosivo Tristán finlandés resultó muy exitoso y altamente satisfactorio, fascinante incluso, como experiencia estética.
Con su vasta experiencia como compositor, que le permite hacer disecciones rigurosas de las partituras que aborda, Esa-Pekka Salonen realizó una lectura quirúrgica de Tristán e Isolda, con una visión de conjunto unitaria y sólida, en la que el enfoque intelectual no impidió el surgimiento de numerosos momentos de auténtica pasión wagneriana. La respuesta de la notable Orquesta Sinfónica de la Radio de Helsinki a la batuta de Salonen fue de altísimo rendimiento técnico y expresivo a lo largo de toda la ópera. El aporte escénico de Peter Sellars fue tan sencillo como se lo permitió el formato de ópera en concierto, pero tuvo numerosos aciertos en el campo de los movimientos y la gestualidad de los cantantes, así como en la inteligente y eficaz colocación de algunos de ellos en diversos puntos del espacio escénico y del auditorio, cosa que realizó también con el coro y con algunos instrumentistas. Debo mencionar aquí la acústica increíblemente clara y diferenciada de la sala de conciertos del Musiikkitalo (literalmente, Casa de Música) de Helsinki, espacio que a un año escaso de su apertura se ha convertido ya, con méritos evidentes, en uno de los sitios de mayor relevancia en el ámbito cultural de esta ciudad tan rica en música y en las artes en general.
El elemento más controvertido de este Tristán finlandés fue el video de Bill Viola, que resultó una aportación efectiva y poderosa para la música y la escena. Viola optó por tener como protagonista destacada al agua; agua de tormenta, agua-veneno, agua de ablución, agua de absolución, agua como espejo en el espejo, así como una notable mutación en agua ígnea, fuego líquido poderosamente simbólico de las tribulaciones metafísicas de los protagonistas. La combinación de la última imagen del video de Viola (realizado con condiciones técnicas y expresivas de altísimo nivel), una imagen de una poética monumental y trascendente, fue el complemento ideal para la apasionada muerte de Isolda cantada con toda el alma por la notable soprano lituana Violeta Urmana. La otra estrella vocal de este Tristán fue el legendario bajo finlandés Matti Salminen, quien hizo un Marke de una profundidad dolorosa y penetrante. La escena del encuentro de Marke con Tristán (interpretado por Ben Heppner) fue uno de los momentos operísticos más avasallantes y conmovedores que he presenciado. Los papeles secundarios de la ópera fueron encomendados a un contingente de cantantes finlandeses (Jukka Rasilainen, Waltteri Torikka, Tuomas Katajala y Arttu Kataja) con voces flexibles, claras y potentes, y con un rendimiento uniforme que ayudó mucho al buen resultado vocal de este inolvidable Tristán.