El pasado de Mario Carrillo es una pesada carga en su nuevo puesto como técnico de Pumas. La impronta que le dejaron los colores del eterno rival universitario, el América, no terminan de convencer a amplios sectores de la afición auriazul. Carrillo lo comprende. Ayer, durante la presentación en su nuevo cargo, dijo que le parecía razonable cierta desconfianza por su pasado, pero también pidió una oportunidad para demostrar que ha llegado para hacer feliz a esa afición y llenarla de orgullo por pertenecer a una institución como la UNAM:

A todos ellos (los que lo rechazan) les digo que estoy de acuerdo que estén inconformes, pero les pido que me den la duda, que me den chance, dijo visiblemente emocionado en su presentación como nuevo técnico, en la que también estuvo Jorge Borja Navarrete, presidente del patronato del club, y Alberto García Aspe, vicepresidente deportivo.

Carrillo está consciente de lo que significa llegar a Pumas con ese pasado, pero aseguró estar preparado para afrontar el compromiso y salir adelante.

Tengo muchos mensajes para la afición, pero se los diré de a poco; lo más importante es que vengo a trabajar, vengo a una increíble institución. Por mucho tiempo fuimos enemigos deportivos, pero la dinámica y mística de este equipo siempre fue extraordinaria; es un honor para mí el hecho de que se hayan fijado en mí, comentó.

Ese compromiso es el que lo presiona para entregar resultados inmediatos, pues, según Carrillo, no hay tiempo para esperar y la afición universitaria es impaciente.

La gente que grita en el estadio no tendrá mucha paciencia conmigo, y está bien, sé a lo que vengo y debo hacer que se sientan orgullosos, recalcó. Estoy obligado a ganar desde el primer partido, si no, la gente de mi barrio me va a ahorcar, bromeó.

Dijo que extrañaba estar en el timón de un equipo importante, pues no había tenido ofertas interesantes. Las que le llegaban eran casi todas para asumir responsabilidades en situación de crisis: equipos que tenía que salvar del descenso o rescatar en cuatro partidos.

“Pero yo buscaba un proyecto, desarrollar un sistema con un equipo agradable, que gustara, por eso cuando se acercó Beto García Aspe sentí mucha emoción”, confesó Carrillo, quien fue contratado por lo que resta de este torneo y para el siguiente.

Carrillo arrastra con otro lastre de su pasado: hace unos años estuvo involucrado en una polémica por una presunta afición a asesorarse por una vidente –la célebre Mamá Toña–, cuyos consejos servían para tomar decisiones en la cancha. Ayer no desmintió tales versiones, pero sostuvo que Mamá Toña no forma parte de su equipo actual. Sin embargo aseguró que buscará ayuda de todos lados si lo requiere su equipo.