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Afloran negociaciones con hijos y comerciantes

Tiendas y calles a reventar por la compra de útiles escolares
 
Periódico La Jornada
Lunes 20 de agosto de 2012, p. 35

A unas horas del regreso a clases, las tiendas de zapatos, uniformes, mochilas, calcetas o de bordado de nombres, entre muchas otras, estaban a reventar. Es que todo lo dejan para la última hora, sentenció la cajera de una zapatería. Sin embargo, esto no resume la realidad.

Un adolescente, cuya talla debe superar varios números la correspondiente a su edad, debido a su peso, escuchaba sin emitir réplica o gesto cómo sus padres le explicaban que el uniforme de deportes demorará un poquito en tenerlo. Igual la próxima semana, le dijo su padre. No, más bien la próxima quincena, corrigió la madre, mientras devuelve el pant azul que tiene en las manos.

En otro local de uniformes, una madre de familia colocaba sobre la espalda de su hija un suéter verde.

–No, mejor démelo una talla más grande para que le aguante todo el año –dijo al vendedor, mientras la niña refunfuñaba.

En la larga fila para entregar los uniformes recién comprados de un local donde bordan escudos, una mujer llevaba una gran pila de ropa en la mano. Al preguntarle sobre si se los entregarán a tiempo para mañana, contestó: Voy a pagar el precio de urgente. No me queda de otra. Trabajo toda la semana y sólo pude hasta hoy.

En un puesto de mochilas, ubicado sobre avenida San Cosme, otra madre de familia explicaba que afortunadamente este regreso a clases cayó en quincena, si no, algo hubiera tenido que empeñar.

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Como cada año, establecimientos del Centro se saturan de padres de familia para surtir la lista de útiles escolaresFoto Francisco Olvera

Al medio día de ayer, la gente que transitaba esta avenida llena de puestos ambulantes y zapaterías se amontonaba en los puestos de tenis blancos, donde había pares desde 200 pesos. En los locales establecidos los precios no bajaban de 300.

Una mujer joven entró con sus tres hijas a uno de los locales. La más pequeña tiene tres, la siguiente cinco y la más grande ocho años.

Piden ver al menos dos modelos para cada una. La mujer se acuclilló en medio de una pila de cajas y empezó a probar con cuáles se quedará.

–¿Cuánto calcula gastar? –se le pregunta.

–Como 700 u 800 pesos por cada niña. Ya todas van a la escuela. La pequeña entra al kínder.

–¿Por qué los compra hasta hoy?

–Mi esposo y yo vendemos barbacoa aquí cerca y tuvimos que esperar a juntar lo de los zapatos de todas. Es lo único que nos faltaba, contesta.

–Son muchos gastos, ¿no?

–Sí, pero éstos son en los que no duele el sacrificio. Al contrario, da gusto comprarles para que vayan a la escuela, sonríe mientras peleaba con el pie de su pequeña para hacerlo entrar en un calzado que sacó de una de las cajas.