Londres, 5 de agosto. Usain Bolt fue a Londres para lograr hazañas que nadie olvidara: lo hizo con las 41 zancadas que necesita para cubrir en 9.63 segundos los 100 metros de la prueba reina del atletismo. Lo hizo incluso contra los pronósticos que dudaban de que estuviera en sus mejores momentos, debido a las derrotas recientes ante su compatriota Yohan Blake. En el estadio Olímpico un relámpago llamado Bolt se llevó el oro y escribió una leyenda.

Con 41 zancadas, cuatro menos de las que necesitan sus rivales, Bolt impuso nuevo récord olímpico (el mejor de su carrera, por debajo del 9.69 de Pekín 2008, pero a cinco centésimas de la marca mundial), venció a su sombra, Blake, quien ganó plata (9.75), y batió al renacido estadunidense Justin Gatlin, bronce con 9.79, tras cumplir una sanción de cuatro años por dopaje.

Menos de 10 segundos necesitó Bolt para instalarse en la historia olímpica como el primero en coronarse dos veces consecutivas en los 100 metros. Sólo el estadunidense Carl Lewis (en 1984 y 1988) logró encadenar dos oros olímpicos en la prueba reina de la velocidad, aunque lo hizo tras la descalificación en Seúl por dopaje del canadiense Ben Johnson, quien cruzó primero la meta.

Después de conseguir la hazaña, le comentaron que antes de competir había declarado que quería ser recordado como una leyenda; ya con la proeza consumada el velocista de 25 años respondió: “Con que me llamen Relámpago Bolt es suficiente”, dijo al finalizar la carrera.

En esos 10 segundos los carriles de la pista parecían una pasarela de nombres impresionantes: Asafa Powell, Justin Gatlin, Tyson Gay, Ryan Bailey, Yohan Blake, Usain Bolt. El parnaso de los hombres más veloces de la Tierra.

Todo estaba dispuesto para ver una hazaña. El día había amanecido frío y mojado, pero el cielo dio por la noche una tregua a los mejores velocistas del planeta y la carrera se disputó sin atisbo de lluvia. El viento sopló a favor (1.5 metros por segundo) para que los competidores pudieran desafiar los límites del tiempo.

El arranque fue explosivo, pero Bolt tuvo una salida con dificultades, como si necesitara más instantes que los demás corredores para poner en marcha los 1.96 metros que mide y los 93 kilogramos de peso que componen su maquinaria. Parecía rezagado en el primer tramo, pero cada zancada lo acercaba a los punteros. Justo en el momento en que se resintió Asafa Powell –quien quedó rezagado en el último puesto–, Bolt explotó, salió disparado y con grandes pisadas recorrió como un relámpago los 50 metros restantes, en los que dejó a Bailey, Gay, Gatlin, y por fin, después de no poder lograrlo en las últimas tres competencias que se enfrentaron, rebasó a su compatriota Blake.

No hice la mejor salida de mi carrera. Mi entrenador me había dicho antes que no me preocupara de la salida, ya que donde soy mejor es en la parte final, declaró Bolt.

La colombiana Caterine Ibargüen destacó en salto tripleFoto Ap

La gente puede decir lo que quiera. Cuando llegan las grandes citas, siempre respondo presente, añadió.

Me quedé un poco preocupado por mi salida. Me resbalé un poco en los tacos. No tengo las mejores reacciones, pero tenía confianza y esa fue la clave. El público estuvo fantástico. Sabía que iba a ser así. No tenía ninguna duda sobre eso, agregó.

Bolt puso así las cosas en su sitio, después de haber cedido a Blake el título en el Mundial de Daegu 2011, tras ser descalificado debido a una salida en falso que le impidió luchar contra su compatriota en la final.

Es el hombre más rápido del mundo. Tengo una medalla de plata. ¿Qué más puedo pedir? Ser el segundo hombre más rápido del mundo detrás de Bolt es un honor, señaló Blake.

Bolt rindió tributo a su joven compañero. Trabaja más duro que yo. Pero yo sabía lo que tengo que hacer y poseo un gran talento. Lo hará mejor la próxima vez, porque estaba un poco estresado en esta ocasión, dijo el bicampeón olímpico.

En la final de los 400 metros planos, la estadunidense Sanya Richards-Ross se proclamó monarca con tiempo de 49 segundos y 55 centésimas.

Richards-Ross, de 27 años, superó en la meta a la campeona de Pekín 2008, la británica Christine Ohuruogo (49.70), quien esta vez se tuvo que conformar con la plata, y a la también estadunidense DeeDee Trotter (49.72), medalla de bronce.

En la final de salto triple femenil, la colombiana Caterine Ibargüen hizo historia al brindar la primera presea de plata en atletismo a su país. El oro lo ganó la kazaja Olga Alekseyeva y el bronce la ucraniana Olha Saladuha.

En los 3 mil metros con obstáculos, el keniano Ezekiel Kemboi obtuvo el sitio de honor con tiempo de 8.18.56 minutos. El segundo puesto fue para el francés Mahiedine Mekhissi (8.19.08), y el tercero para el también keniano Abel Mutai, bronce (8.19.73).

En otra disciplina, el húngaro Krisztian Pars ganó este domingo la medalla de oro de lanzamiento de martillo, con marca de 80.59 metros. El campeón olímpico de Atenas 2004 superó en la final al esloveno Primoz Kozmus (79.36) y al japonés Koji Murofushi (78.71).

En las semifinales de los 400 metros varoniles, el sudafricano Oscar Pistorius quedó eliminado. Fue el último de la serie, con registro de 46.54 segundos, muy por encima de los 45.44 que logró el sábado en su debut olímpico para avanzar a esta ronda, pero también se convirtió en el primer atleta amputado en correr en unos Juegos Olímpicos.

Toda la experiencia ha sido fantástica, afirmó Pistorius, quien estuvo acompañado por su abuela de 89 años. Mi objetivo era llegar a la semifinal y el sueño se hizo realidad. Gracias a todos por el apoyo. Ahora tengo el relevo (4x400) dentro de unos días, señaló el atleta que corre con un par de cuchillas de fibra de carbono.