Está en el área de cuidados intensivos de un hospital de Cuernavaca
Registra falla orgánica múltiple, pero está despierta
, refiere el médico
Jueves 2 de agosto de 2012, p. 45
El médico internista que atiende a Chavela Vargas, José Manuel Núñez García, informó a la prensa ayer por la mañana, mediante un comunicado, que la salud de la popular cantante de 93 años se agravó en las últimas 24 horas, ya que, a cuatro días de permanecer internada en la unidad de cuidados intensivos del hospital Inova Med de Cuernavaca, registra una falla orgánica múltiple con disfunciones cardiopulmonar y renal.
Sin embargo, el mismo informe sostiene que la señora Vargas Lizano se mantiene neurológicamente despierta y reactiva
, aunque muy fatigada.
En esas condiciones la encontró cerca de las 20 horas su amiga María Cortina, coautora del libro Las verdades de Chavela. La escritora refirió que al informarle a Chavela sobre las múltiples muestras de cariño, gratitud y buenos deseos que centenares de personas han expresado por teléfono, redes sociales, mensajes electrónicos e incluso físicamente, acercándose al hospital, la intérprete predilecta de José Alfredo Jiménez y Álvaro Carrillo respondió, a pesar de la fatiga que le produce hablar: Ese amor es lo que me está llegando más hondo
.
Por su parte, Ana Paula Meza, otra de las amistades más cercanas, informó a los medios de comunicación que Chavela Vargas permanecerá en el hospital de su elección en Cuernavaca y no será trasladada a ningún centro médico de especialidades en la capital. Por su voluntad expresa –agregó Ana Paula–, tampoco será conectada a ningún mecanismo que le alargue la vida de manera artificial.
El diagnóstico médico establece los siguientes padecimientos: insuficiencia cardiaca congestiva compensada, fibrilación auricular paroxística compensada, falla renal crónica agudizada en fase de compensación, neumopatía intersticial oxigenodependiente. Frente a este panorama, su evolución en las últimas 24 horas fue hacia la gravedad
.
El reporte aclara que la señora Vargas ha demostrado en todo momento la fuerza y capacidad de lucha que la caracteriza
.
A su vez, Cortina reconoce que los informes del doctor Núñez no son alentadores: ¿Cuánto más puede durar su vida en estas condiciones? Imposible saber. Los médicos y enfermeras están asombrados de su fortaleza. En estos días no la han escuchado quejarse ni una sola vez. Está en actitud guerrera, como siempre. Ella va a decidir cuándo se va, como siempre lo ha hecho; como decidió un día, siendo casi adolescente, dejar su natal Costa Rica para venir a la ciudad de México y adoptar como suyo este país; como decidió un día dejar de beber y volver a la vida ya pasados sus 60 años, cuando vivía casi como una teporocha en el pueblo de Ahuacatlán, Morelos. Como decidió, pese a los riesgos y el sobresfuerzo humano que le representaba, hacer el mes pasado un viaje a España
.
No quería morir en España
En efecto, la creadora de la emblemática canción Macorina, que abandera la libertad sexual, dedicó todas sus fuerzas este julio para realizar un sueño que acariciaba desde hacía años: volver a Madrid y amanecer en la Residencia de Estudiantes donde –solía contar– en sus largas estadías en los años 90 había departido tantas noches de insomnio con el alma errante del poeta andaluz Federico García Lorca, cuya poesía había hecho suya. Quería comer una vez más con su amigo Pedro Almodóvar, ver Las Cibeles y entrar al Museo de El Prado. Todo lo logró.
Cruzó el Atlántico el 2 de julio, con sus inseparables enfermeras Liliana Achu-Fan y Lorena Barrera, con Cortina y el joven cineasta Rubén Rojo Aura, que realiza un proyecto documental sobre la vida de la artista. Y en su primera mañana, a bordo de la silla de ruedas en la que quedó confinada después de un accidente cardiovascular en 2009, decidió ir a El Corte Inglés. Luego de comer en una las entrañables fondas castellanas de la ciudad, propuso visitar El Prado. Más tarde, en otro sitio, ordenó una copa de vino. El tacto del rojo destilado, que hacía más de 30 años no probaba, le calentó el corazón, confesaría a los comensales.
Días después se presentaba en concierto, al lado de la cantante Martirio (otra andaluza), con la obra contenida en el libro-disco Luna Grande, de la disquera CoraSon, donde recrea la poesía lorquiana. Cantó con toda el alma. El agotamiento fue tal que de ahí fue trasladada al hospital Princesa. Ahí sintió nuevamente que la pelona, como llama a la muerte –que le fue tan familiar–, la volvía a rondar. Ya no pudo ir personalmente a la presentación del libro Dos vidas necesito, versión hispana de Las verdades de Chavela. Cortina la representó.
Pero Vargas Lizano decidió no morirse en España. Contra todo pronóstico, el jueves pasado aterrizó su vuelo de Iberia en el Distrito Federal. Llegó sonriendo. Abordó la ambulancia que la esperaba y desdeñó la habitación y los médicos que la esperaban en el Instituto Nacional de Nutrición, por cualquier emergencia. Regresó a Tepoztlán, a la sombra de su cerro, el Chalchitépetl, al lado de Lola, su perra xoloizcuintle.