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Se hará una nueva edición, confirma el director editorial de Random House Mondadori

Observación de Kodama obliga a corregir el libro Borges y México

Miguel Capistrán y la editorial no me consultaron para incluir los poemas; de nada soy culpable, afirma Elena Poniatowska

Ante la polémica que se suscitó, retiran ejemplares de librerías

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Felipe Ehrenberg, Rogelio Cuéllar, Cristóbal Pera, María Kodama, Miguel Capistrán, Paulina Lavista y Eduardo Casar, en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, donde evocaron el vínculo de Jorge Luis Borges con MéxicoFoto Carlos Cisneros
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María Kodama y Paulina Lavista en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas ArtesFoto Carlos Cisneros
 
Periódico La Jornada
Jueves 2 de agosto de 2012, p. a10

Debido a una observación que formuló María Kodama, poseedora de los derechos de autor de Jorge Luis Borges, la editorial Random House Mondadori anunció que realizará una nueva edición del libro Borges y México, pero ahora sin el texto de Elena Poniatowska, que fue publicado sin autorización de la escritora y periodista. Me quieren culpar de algo en que no tengo nada que ver, dijo Poniatowska a La Jornada. Ni el autor de la compilación, Miguel Capistrán, ni mucho menos los de la editorial, me avisaron que iban a tomar un texto mío. Si lo hubieran hecho, yo habría rescrito una versión diferente. El problema fue que ellos incluyeron en este nuevo libro poemas que Borges no escribió.

El director editorial de Random House, Cristóbal Pera, responsabilizó a Miguel Capistrán de lo ocurrido: yo no sabía nada del asunto; Capistrán me aseguró que no había ningún problema en el contenido del libro.

María Kodama afirmó que en el libro compilado por Miguel Capistrán, Borges y México, editado recientemente por Random House, con el sello de Lumen, encontró un grave error.

La viuda de Borges refirió en dos entrevistas con medios mexicanos que en el texto escrito por Elena Poniatowska se atribuye la autoría del poema Instantes a Borges, cuando se trata de Nadine Stair, aclaró Kodama.

Asimismo, señaló que otro de los poemas mencionados, Remordimiento, fue escrito en 1975, dos años después de la entrevista que Poniatowska publicó originalmente en México en 1973, y que aparece en la recopilación realizada por Capistrán, por lo que hizo saber el error a la editorial.

Ataque injusto

Cristóbal Pera, director editorial de Random House Mondadori, confirmó que se realizará una nueva edición del libro Borges y México, en el que no se incluirá el texto de Elena Poniatowska. En tanto, se retirarán de las librerías los ejemplares de la edición que ha sido señalada por Kodama, y explicó que el volumen cuestionado se trata de una redición que apareció en 1999, publicada por Plaza y Janés.

De acuerdo con Pera, Capistrán, compilador del libro, le aseguró que no había ningún problema con los textos, por lo que el director editorial de Random House se dijo sorprendido por la polémica que se suscitó.

En entrevista con W Radio, Kodama comentó que le tomó ocho años de investigación encontrar al verdadero autor del poema Instantes, por lo que ahora es importante corregir la confusión, pues teme que se acuse de plagio a Borges.

De acuerdo con la legislación vigente, la heredera de la obra de Borges posee autoridad para decidir si retira los derechos de autor a la editorial Random House Mondadori, la cual adquirió los derechos en español de la obra completa de Borges en la Feria del Libro de Frankfurt en 2010 y que comenzó a publicar de nuevo.

Por su parte, Elena Poniatowska dijo a La Jornada: “Yo no fui consultada ni por el autor del libro, Miguel Capistrán, ni mucho menos por la editorial, de que iban a incluir un texto mío en Borges y México. No soy culpable de nada. El error lo cometieron ellos, de incluir esos poemas, cuando en mi entrevista original, que fue publicada en cuatro partes en el periódico Novedades a principios de diciembre de 1973, no hay poema alguno”.

El texto que fue atribuido por error a Borges se titula He cometido el peor de los pecados.

En una segunda entrevista que realizó Poniatowska al escritor argentino, en 1978, me dijo que esos poemas eran muy inmediatos, muy circunstanciales y que él no hacía ese tipo de poesía.

Dos años antes de esa aclaración que le hizo Borges, Ponia-towska ya había publicado esa entrevista, con los poemas integrados, en el libro Todo México, de Editorial Diana. Pero en ese entonces yo no sabía nada. Borges todavía no me había hecho la aclaración. Incluso José Emilio Pacheco me dijo que no eran de Borges esos poemas.

El libro de Diana ya estaba publicado y quienes hicieron ahora el libro para Lumen, Borges y México, lo tomaron erróneamente de ahí. Si me hubiesen consultado, yo hubiera hecho una versión distinta, aclarando la situación. Pero no fui consultada y en cambio ahora me quieren hacer culpable de algo en que no tengo nada que ver. Todo se podría resolver fácilmente con tan sólo quitar esos poemas. No es justo justo ser blanco de un ataque así. Además, en toda mi carrera periodística jamás he recibi-do desmentido alguno. Tengo las grabaciones de mis entrevistas con Borges.

Muestra en la Sala Internacional

Lágrimas brotaron de la mirada nebulosa de Jorge Luis Borges cuando en 1973 cruzó el umbral de la Capilla Alfonsina, donde al abrir la puerta emanó el olor a libros y supo que habían llegado al ámbito personal de Alfonso Reyes. Entonces recitó unos versos de Browning, recordando su primer encuentro.

Así relató Miguel Capistrán el episodio ocurrido la primera vez que el autor universal vino a México, pues puso como condición para viajar desde Buenos Aires pasar un momento a solas en el santuario más íntimo de su maestro mexicano.

Borges en Bellas Artes, como se leía en la foto gigante en el fondo de la sala Manuel M. Ponce, se tituló la reunión la noche del martes para traer desde la memoria de la anécdota y la imagen al escritor argentino en sus tres visitas a nuestro país en 1973, 1978 y 1981.

María Kodama, viuda de Borges, encabezó la invocación sobre la presencia del escritor en México. La acompañaron quienes dejaron testimonio de esas visitas: Miguel Capistrán con las letras, Paulina Lavista y Rogelio Cuéllar con fotografías, y Felipe Ehrenberg con dibujos. Todos compartieron la experiencia de su encuentro, casi mágico, con el autor de El Aleph.

Octavio Paz, Juan José Arreola, Salvador Elizondo, Juan Rulfo, Juan García Ponce, Carlos Montemayor y Carlos Monsiváis son algunos de los personajes literarios que reaparecieron en el Palacio de Bellas Artes, primero en la charla, así como gracias a Borges y México, título que comparten el libro de Miguel Capistrán recién reditado por Random House Mondadori y la exposición gráfica que se inauguró en la Sala Internacional, que reúne fotografías y dibujos que capturaron los pasos de quien escribió Los inmortales.

Mil personas gritaban ¡Borges, Borges! al ver descender del avión al ídolo que venía después de la persistencia de Miguel Capistrán, quien, tras superar la sorpresa y el desconcierto de que el mismo Borges le contestara el teléfono en la Biblioteca Nacional de Argentina, estuvo un mes en Buenos Aires para tratar de convencerlo y afortunadamente, me contó Borges que había soñado con don Alfonso (Reyes) y que lo veía desde un barco. Borges iba en el barco y don Alfonso desde el muelle lo estaba despidiendo con una banderita mexicana.

Miguel Capistrán prosiguió con los recuerdos, rodeado, a su derecha, por María Kodama, y a su izquierda, Paulina Lavista, viudas de Borges y de Elizondo, respectivamente.

El tumulto, los flashes y los gritos contradecían el deseo de una visita discreta del autor, prosiguió Capistrán; “me apretó el brazo y yo pensé, ‘ya se enojó Borges y se va a querer regresar’”.

De manera simultánea, Paulina Lavista levantó y mostró al público de la sala una fotografía donde un joven Capistrán guía a Jorge Luis Borges por el patio de Antiguo Colegio de San Ildefonso.

Hace mucho que no escribo poesía, amanecí con deseos de escribir. Quisiera ir a un ámbito realmente mexicano, prehispánico. Aunque no voy a ver nada, quiero tocar las piedras para sentir la esencia de México realmente, contó Capistrán fue otra de las peticiones del visitante.

También le dijo: si puede, quisiera hablar con estos muchachos, y dice: Octavio Paz, Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez. Pero ninguno estaba en el país en ese momento.

La pirámide de Teotihuacán a espaldas del literato argentino en traje oscuro, pulcramente el cabello relamido, las dos manos sobre el bastón, es una de las fotos más celebres, la cual se exhibe en la exposición, crónica visual y literaria de su paso mexicano. La imagen fue capturada por Paulina Lavista, quien pudo ser testigo de esos días por ser esposa de Salvador Elizondo y, recordó, uno de los puntos cruciales de nuestro enamoramiento era la literatura de Borges.

Reunión obligada con Paz

En voz de María Kodama, también se rememoró el encuentro del autor argentino con Juan José Arreola: Borges quedaba abrumado; eran personalidades totalmente distintas, porque Arreola estaba siempre en estado de agitación, decía Borges, describió Kodama, quien acompañó a su esposo en las últimas dos visitas a México. Me dejó intercalar algunos silencios, agregó Capistrán que dijo Borges.

La reunión obligada de Paz y Borges, el poeta mexicano y el poeta argentino, efectuada en un hotel en la ciudad de México, tuvo un único testigo: el artista Felipe Ehrenberg, según sus propias palabras, siguió de cerca toda la visita borgeana desde el avión y no se despegó, tiempo en el que hizo más de 200 dibujos, como en un tribunal cuando no te dejan fotografiar. Y esos dibujos de Paz y Borges son los únicos registros del encuentro, los cuales también se exponen en la muestra de Bellas Artes que terminará el 2 de septiembre.

Yo lo que hice con Borges fue buscar la mirada. Veía, percibía las sombras, contó el fotógrafo Rogelio Cuéllar, de 23 años en aquel entonces, quien también se dedicó a perseguirlo con su cámara Pentax durante la visita de uno de sus ídolos.

Me gusta la complicidad de la mirada y Borges me miró. Y esos ojos lúcidamente brillantes, que observan más allá del horizonte finito, son parte de la exposición gráfica, construida con las imágenes de Cuéllar, Paulina Lavista, Héctor García y los dibujos de Felipe Ehrenberg.

Antes de subir al avión para regresar a Buenos Aires, Cuéllar le dijo: –Oiga, maestro, ¿nos volveremos a ver? –Rogelio, ya veremos, ya veremos –respondió Jorge Luis Borges.

Es parte de un anecdotario que trajo a Borges una vez más a México, para ser precisos, al Palacio de Bellas Artes.