Presentaron María Victoria, el alma en el cuerpo de Beatriz Espejo, editado por Demac
mujer oculta detrás de la imagen de consumo
Es un acierto –además de una necesidad– el rescate de personalidades femeninas por medio de libros escritos por mujeres, señala Iván Restrepo
Con modestia decía que no había nada importante que decir de ella; me contó todo el milagro que constituyó su éxito, afirma la autora
Domingo 17 de junio de 2012, p. 8
Con cuatro palabras, Amparo Espinosa Rugarcía, fundadora de Documentación y Estudios de Mujeres (Demac) definió, la noche del pasado jueves, en conferencia de prensa, a María Victoria: sensual y elegante, ingenua y perspicaz, durante la presentación del libro María Victoria, el alma en el cuerpo, escrito por Beatriz Espejo, quien sintetiza una serie de entrevistas realizadas a la actriz y cantante de la cintura breve entre 2010 y 2011.
Fue un acto esperado por mucha gente relacionada con el mundo del espectáculo, de amigos y familiares. Llegaron a la presentación de la obra, efectuada en la sede de Demac, entre otros, Tania Libertad, Alfredo Palacios, Morris Gilbert, Tina Galindo y Yolanda Montes Tongolele.
Espinosa agregó que el nombre de María Victoria no requiere mencionar sus apellidos, dada su fama, pues en México es conocida por todos. Ella nació en 1933, en Guadalajara.
El libro es de los que se hojean con placer y obligan a detenerse en fotografías que remiten a décadas en las cuales actores y cantantes no estaban distantes del pueblo. Nada de canales de las estrellas.
Entre aplusos llegó María Victoria, a paso lento, por algunos problemas de salud en las vías respiratorias.
El libro se publica bajo el sello de Demac, que busca difundir la vida y obra de mexicanas destacadas, como lo es María Victoria.
Añadió que la presencia de María era más loable, porque no salía de su casa desde hacía varios días. “Alma en el cuerpo es un título acertado y excepcional. Mi padre, Manuel Espinosa Yglesias, estaría muy orgulloso de este libro. Admiraba a María Victoria y disfrutaba enormemente de sus películas.
EL mundo de las carpas
“Algo importante de María es que las nuevas generaciones también la conocen. Beatriz Espejo nos muestra el fascinante mundo de las carpas, del espectáculo de nuestro país. Nos presenta a esta artista en sus dimensiones personal y profesional. Relata algunos recovecos de su alma. Suelta y no suelta prenda; se nos destapa de la manera como sólo pueden hacerlo las personas muy sabias. No obstante, después de leer este libro María Victoria sigue siendo para mí un misterio; tiene un sentido del humor maravilloso. Cuando le preguntan cuándo nació contesta que el 6 de febrero. En los años en los que destacó, en sus inicios, no bastaba ser chistoso. Sino que había que crear y mantener vivo a un personaje, con un vestuario y características particulares. Ella lo supo hacer.
Es una mujer muy religiosa. Ha ido a la Basílica de Guadalupe desde hace 43 años, los 12 de diciembre. La primera vez fue y le dijo a la Virgen que seguiría yendo si le iba bien. Esto y otras cosas las descubrirán al leer este volumen.
Tomó la palabra el periodista Iván Restrepo, quien se exten-dió en su participación al apoyarse en canciones y parlamentos. Se escucharon, entre otras, Soy feliz, Mil besos, Mi último fracaso, Cuidadito, Tengo ganas de un beso y Yo no tengo la culpa.
En el sonido se escucharon las bandas de Dámaso Pérez Prado, Luis Pérez Alcaraz y otras dirigidas por músicos de renombre. La manera de cantar de la jalisciense provoca cosquilleos y hace imaginar los placeres más íntimos.
En algunas fotografías del libro se le ve sonriente, rodeada de hombres, de mexicanos de mediados del siglo pasado. Su mundo público es el de la farándula, ella luciendo vestidos que la hacen ver su cintura de avispa.
Restrepo dijo: “Es un acierto, además de una necesidad, el rescate que Demac viene haciendo de personalidades femeninas por medio de libros escritos por mujeres.
Se da voz a una de las figuras del espectáculo de la segunda mitad del siglo pasado mexicano, pero sobre todo se nos hace visible a la persona oculta detrás de la imagen femenina como simple objeto de consumo, cosa usual cuando las mujeres participan en la industria del entretenimiento.
Añadió que otro aspecto que destaca de la lectura del libro es el hecho de valorar la cultura popular, pues siglo tras siglo la cultura se encajonó en lo socialmente correcto: en el Palacio de Bellas Artes, en la música y las danzas clásicas, espectáculos a los que la mayoría del pueblo no tenía acceso, sobre todo el que migraba del campo a la ciudad.
¡Las cosas que me hicieron decir!
Lo erótico lo dominaron Tongolele, Dámaso Pérez Prado y María Victoria.
La esritora Beatriz Espejo expuso que María Victoria se hizo a sí misma su imagen.
Para hacer este libro, Espejo tuvo que convencer a María Victoria, quien con modestia de- cía que no había nada importante que decir de ella. Finalmente accedió y siempre estuvo puntual. Nunca me hizo esperar ni cinco minutos. Tiene sus vestidos perfectamente cuidados, todos muy pesados. Me contó todo el milagro que constituyó su éxito. El caso es que es una mujer muy agradable. Tiene en su escritorio unos 400 santos, de todo tipo. Esto habla de religiosidad.
A María le pedían que caminara para atrás, por su trasero maravilloso. Ella surgió en una época en la que realmente las cantantes cantaban y pasaban a la posteridad. Ella supo hacer un personaje que cautivaba
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En la presentación, María Victoria casi no hablo, pero comentó del libro: ¡Las cosas que me hicieron decir! Gracias, porque nunca pensé en tener un libro como este. Gracias. Llegaste tú, Beatriz, y me sacaste hasta lo que no.