El conocimiento sobre la mente y conductas humanas tiene apenas 10 por ciento de avance. Es mucho lo que todavía falta conocer del cerebro, las enfermedades que lo afectan y ponen en peligro la funcionalidad y la vida de las personas. No obstante, los hallazgos obtenidos permiten revertir padecimientos graves y discapacitantes, como el Parkinson y la epilepsia, así como aliviar el dolor de los enfermos de cáncer cuando los medicamentos resultan insuficientes, aseguró el neurocirujano Rodolfo Ondarza Rovira, uno de los primeros especialistas en realizar la cirugía de invasión mínima computarizada en el país, para corregir estos y otros males sin necesidad de anestesia.

La técnica conocida como estereotáctica y funcional, que en sus inicios generó polémica entre la comunidad científica, actualmente es reconocida como una alternativa terapéutica efectiva y segura para, por ejemplo, corregir los síntomas más sensibles del Parkinson (rigidez y movimientos involuntarios). Los pacientes mejoran su calidad de vida y se reincorporan a la actividad productiva, en ocasiones por el resto de sus vidas.

Para el tratamiento de la epilepsia, hasta 80 por ciento de los afectados puede lograr la cura con la operación quirúrgica que en México practican alrededor de 30 neurocirujanos, uno de ellos Ondarza Rovira, quien, motivado por los retos que enfrenta el país en materia del derecho a la salud y las violaciones a garantías fundamentales en este ámbito, decidió incursionar también en la política.

En entrevista, comentó que diversos tumores que se alojan en el cerebro también pueden extirparse con equipos quirúrgicos de mínima invasión y hasta en 40 por ciento de los procedimientos con la posibilidad de que los pacientes permanezcan despiertos. Además de garantizar la preservación de las áreas cerebrales que controlan el lenguaje y el movimiento, la no utilización de anestesia facilita a los neurocirujanos la posibilidad de adentrarse en los secretos de la mente, agregó Ondarza, egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Primer módulo en el INNN

Luego de realizar un posgrado en la Universidad de Gunma, Japón, en los años 90 regresó al país para instalar en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN), todavía con el apoyo del fundador de dicho centro, doctor Manuel Velasco Suárez, el módulo de cirugía estereotáctica y funcional, primero en México con un equipo clínico multidisciplinario para la atención de los pacientes.

Un poco antes, en los años 80, le tocó participar con el doctor René Drucker en el proyecto de investigación que concluyó con la realización del primer trasplante de células suprarrenales, con el cual se buscaba curar el Parkinson. Los hallazgos de ese esfuerzo sirvieron de base para el desarrollo del conocimiento posterior, han aceptado los expertos.

Por el trabajo científico y clínico de Ondarza durante las pasadas tres décadas también le ha tocado ver de cerca la realidad de los enfermos y sus familias. En la consulta médica me entero si comen, si tienen para vestirse, si tienen empleo y escolaridad. También cuando son víctimas de violaciones a sus derechos humanos.

La dificultad que enfrentan los enfermos para acceder a los beneficios de la ciencia médica es una de las expresiones de dichas violaciones y en otros casos cuando son sometidos a procedimientos clínicos sin su consentimiento y con resultados negativos para su salud e incluso su vida.

Eso le tocó presenciar a Ondarza en 2005 en el INNN. Durante varios años, según sabía, se había colocado a personas con hidrocefalia (agua en el cerebro) un sistema derivativo de flujo continuo creado por el entonces director del instituto, Julio Sotelo, el cual no había sido autorizado por la Secretaría de Salud (Ssa), pero formaba parte de un proyecto experimental que tampoco había sido aprobado por comité de ética alguno. Sin embargo, su colocación generó lesiones graves e irreversibles a los pacientes e incluso la muerte, aseguró el neurocirujano.

La denuncia ante autoridades del INNN generó lo que identifica como violencia institucional, abuso de poder, hostigamiento laboral y, en noviembre de 2006, su despido injustificado. Ya la autoridad laboral ordenó su reinstalación y el pago de salarios caídos.

Una vez fuera del instituto, Ondarza Rovira buscó el apoyo de otras instancias, como la Cámara de Diputados y organizaciones civiles. Esto lo llevó a iniciar dos nuevas carreras: la de defensor de derechos humanos y político. Ahora, como candidato a diputado local del Partido del Trabajo en el distrito 38 (Tlalpan) del Distrito Federal, el neurocirujano piensa que si como médico podía atender a un número determinado de personas, desde la Asamblea Legislativa son millones, porque es mucho lo que hace falta tanto en conocimiento científico como en acciones para garantizar el derecho efectivo a la salud, aseguró.