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A la mitad del foro

De tránsfugas y fantasmas

S

e fue Ray Bradbury y logró lo que se propuso al hacerse escritor: vivir para siempre. Felipe Calderón es condecorado en Santiago de Chile y ahí enumera los monstruos que quitan el sueño a la derecha marmórea del conservadurismo: populismos, autoritarismos y oportunismos. Así, tal cual: oportunismos. Y los entorchados de Pinochet volvieron a ensombrecer las anchas alamedas.

Pero de ciencia ficción se trata y de las pesadillas de los que marchan como los cangrejos. Si la barbarie ha impuesto su ley es culpa del pasado atroz. Ni un paso al frente. Hay que impedir el retorno del autoritarismo, de la dictadura perfecta. Y mientras Josefina Vázquez Mota desempeñaba el papel de Casandra, parieron los montes y reapareció Vicente Fox. 18 Brumario del hijo desobediente. En lugar del fantasma del cesarismo sexenal, en lugar del retorno del priato de todos tan temido: el triple salto mortal en el circo electorero, en cuyas pistas corretean los tránsfugas de la transición en presente continuo. Vicente Fox pide votar por el que va adelante. Ya en fuga de su noche triste en Tenochtitlán, escribía Hernán Cortés al rey Carlos: Al grito de ¡viva el que vence!, nos hostigaban, tiraban piedras y atacaban los mismos que al llegar a estas tierras nos habían recibido como libertadores.

Si no quieren ver fantasmas no salgan de noche. Y el que no quiera ver tránsfugas que busque refugio en los tatuajes del formidable personaje de Ray Bradbury; del entrelineado del que brotaban cuentos fantásticos, ciencia ficción; las historias del hombre narradas desde siempre en torno a una hoguera. Chaqueteros, dice el lenguaje tradicional mexicano desde tiempos del virreinato, al referirse a los que cambian de bando. Tránsfugas, dicen los politólogos de este tiempo de canallas, del dogma del mercado y los responsos por la muerte de las ideologías. Siempre queda el refugio literario: el culpable es el mayordomo. Y en el Vaticano, las cartas del Papa, los apuros de sus banqueros, el peso de las memorias de Juan Pablo II quedan bajo resguardo judicial en espera de la sentencia dictada... al mayordomo.

Esta noche debaten en Guadalajara los cuatro candidatos a la Presidencia de la República. Hubo un primer debate y Enrique Peña Nieto no se hundió entre tartajeos, en el silencio angustiado del personaje de telenovela sin guión, sin teleprompter. Josefina Vázquez Mota combatió los fantasmas del pasado y concentró sus ataques en el candidato del PRI. Andrés Manuel López Obrador mantuvo el equilibrio entre el discurso de la república amorosa y la santa indignación por la conjura de Peña Nieto y las televisoras al servicio de la mafia de los treinta. Pero ni una palabra, ni una, contra el gobierno de la derecha, la barbarie de la violencia desatada, la pobreza en aumento, la concentración de la riqueza. Los del debate y sus validos se declararon vencedores. Ganaron todos. Nadie perdió.

De ahí el cambio. De ahí el retorno al discurso combativo, las denuncias de guerra sucia y el anuncio del fraude. Surgieron los jóvenes de Loyola y los 132 fueron legión. De todas las universidades públicas y privadas acudieron al repicar las campanas de las redes sociales. Y cambiaron de tono y ritmo las campañas mediáticas, aburridas, atenidas a las encuestas de los modernos arúspices; deslucidas y sombrías por el combate incesante de los tránsfugas, obligados a mostrar fiereza de conversos frente a quienes a su vez temen verse desechados por apóstatas. Andrés Manuel López Obrador afirma que no son confiables los consejeros del IFE, que no son ciudadanos; que la gente, los ciudadanos, serán árbitros inapelables del resultado de las elecciones. No denuncio anticipadamente un fraude, dice, pero aceptarlo sería traicionar la democracia y al pueblo.

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Vicente Fox llamó en días recientes a votar por Enrique Peña Nieto, el puntero en las preferencias electoralesFoto José Carlo González

Pareciera el mismo de 2006. Y no lo es. No estamos ante un Savonarola de lento y pausado hablar. No pide encender hogueras: no quiero venganza. Quiero justicia. No perseguiré al presidente Calderón. El mal no se combate con el mal. Abrazos y no balazos. Convocaré a ministros de todas las religiones a un cónclave, al acuerdo, a la concordia, siempre bajo la égida del Estado laico. Yo no mando a nadie a pedir dinero. ¡Así hablaba Zaratustra! No es tu destino ser un matamoscas. Que otros se ocupen de aclarar lo de la solicitud de millones de dólares. En lugar de demandar el PRI que declaremos el origen de los ingresos del Movimiento, que hagan público el monto de lo gastado por Enrique Peña Nieto. Y lo publicado en Inglaterra por The Guardian.

Habrá debate esta noche. Josefina Vázquez Mota insistirá en que nada está resuelto, que el 1º de julio habrá una elección de tercios, que el PAN puede ganar. Y va a insistir en que dos de esos tercios son uno solo: con la cara del viejo PRI populista y demagógico; con el rostro joven del mismo PRI corrupto y autoritario. Va a enfrentar y afrentar a los dos: a López Obrador y a Peña Nieto. Y a estos dos se reduce la disputa por el poder. En la democracia que tenemos y bajo las reglas que hemos hecho. No habrá que esperar tres semanas para que haga implosión el conflicto, si el tabasqueño apuesta a la tesis de la honestidad personal, indiscutible, incontestable, inapelable; si no ofrece respuestas documentadas a los cargos y cuestionamientos que le hagan; si no exhibe pruebas de las acusaciones que él haga. Y si Enrique Peña Nieto deja sin respuesta las acusaciones que le harán, si no exhibe documentos, fechas, cifras; si se deja atrapar por duelos de palabrería, sin recurrir a las propuestas y programas de su proyecto de gobierno.

Los estudiosos de las teorías del riesgo dirían que ya se ha resuelto la mayor apuesta del proceso electoral: que va a dejar el poder la derecha confesional, reaccionaria, intolerante; la que ofreció una revolución como la cristera, estableció el principio de la vida en el instante de la gestación, la criminalización del aborto, la abierta participación en política electoral y partidaria de los ministros de culto religioso, de los sacerdotes y jerarcas católicos. No es poca cosa. Debilitado, amenazado, sometido al poder del dinero y las sotanas, el laicismo mexicano resiste. Todavía.

Hoy debaten cuatro. Pero hay en juego 500 diputaciones federales y 128 senadurías del Congreso de la Unión. Elegirán jefe de Gobierno en el Distrito Federal. En Chiapas, Tabasco, Yucatán, Guanajuato, Jalisco y Morelos habrá elecciones de gobernador. En todas participan tránsfugas y algunos sedicentes candidatos ciudadanos. En el Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera no milita en el PRD; la señora Miranda de Wallace se declara independiente del PAN y su plataforma; Rosario Guerra, del Panal, es tránsfuga. Beatriz Paredes es priísta de cepa y militancia vitalicia. El PRD heredó el aparato clientelar del PRI y le añadió los controles tribales de las izquierdas que llegaron al gobierno con Cuauhtémoc Cárdenas.

Con una elección de Estado, dice Beatriz Paredes, va a ganar Miguel Ángel Mancera. A pesar suyo y de no ser militante. Que lo expliquen Marcelo Ebrard y Manuel Camacho, tránsfugas y maestros del arte de birlibirloque. En Jalisco va a ganar Aristóteles Sandoval, del PRI, a Fernando Guzmán, nepote de cardenal y panista; van a perder Enrique Alfaro, del Movimiento dantesco, y Fernando González Martínez, del PRD, tránsfuga del PAN. Y falta el recuento de Chiapas, Guanajuato, Morelos, Tabasco y Yucatán.

Ya conmigo ya no cuenten. Ya me dieron un piedrazo, decía el coronel Zataray.