Se disparan índices de depresión y suicidios: Ministerio de Salud
Jueves 7 de junio de 2012, p. 30
Atenas, 6 de junio. Mis pacientes están mucho más tensos y estresados. Les bajan los sueldos, sus relaciones cotidianas son irritables y los que tienen trabajo viven angustiados y padecen de constantes trastornos músculoesqueléticos
, cuenta Dimitri, un osteópata ateniense.
La crisis de la deuda y sus dificultades cotidianas hacen estragos en el cuerpo y el alma de los griegos, mientras el mundo de las finanzas está pendiente de las medidas de austeridad, de los veredictos de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internaciona, de las agencias calificadoras de riesgo y de las exigencias de los bancos acreedores.
Para Dimitri no hay duda: la interminable crisis que se agrava deja huellas en el cuerpo.
El aumento de casos de depresión o de suicidios dan cuenta de ello.
El país fue sacudido el 4 de abril por el suicidio de un jubilado de 77 años que se dio un balazo en la cabeza en la plaza Syntagma, escenario de manifestaciones y disturbios desde el comienzo de la crisis.
En el primer semestre de 2011, la cantidad de suicidios en Grecia aumentó 40 por ciento respecto del mismo periodo de 2010, según el Ministerio de Salud. Los diarios informan regularmente sobre casos de desesperados que ponen fin a sus días al ser incapaces de salir adelante financieramente. Hechos que consternan en un país donde la familia subsana generalmente la mayoría de las carencias, en particular las del Estado, hoy en bancarrota.
La depresión parece golpear más que en otros países. Según el Ministerio de Salud, un hombre de cada cuatro y una mujer de cada tres atraviesan un periodo de depresión. En el mundo, el promedio es de un hombre depresivo sobre ocho y de una mujer sobre cinco. Por la crisis, la central telefónica de asistencia para urgencias vinculadas a la depresión registra picos de actividad.
Los sueldos de los médicos fueron recortados 25 por ciento. Las guardias ya no se pagan, las enfermeras son cada vez menos y la falta de material médico es cada vez más frecuente. Mi área, con 35 camas, tiene que ingresar a menudo 45 pacientes
, se queja Yorgos Kalliabetsos, jefe de patología del hospital Volos, en el centro del país.
En cuanto a la salud mental, la situación es catastrófica. Las restricciones presupuestarias provocaron el cierre de varios hospitales siquiátricos. Además, el tercio de los programas de ayuda a los toxicómanos fueron suprimidos. Esto conduce a un claro aumento de infecciones por el virus del sida.
La crisis también propició la aparición de una nueva droga de los pobres
: la sisa. Los efectos de este euforizante a base de metanfetaminas, diez veces más barato que la heroína, son terribles: piel ennegrecida, heridas en la cabeza o comportamiento violento.
El único efecto positivo de esta crisis en la salud pública es que el alcoholismo parece retroceder, a causa de los altos impuestos que gravan las bebidas, medida vinculada a la austeridad. Ahogar las penas en alcohol está fuera del alcance.