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Diálogos por la paz

Representa para muchos sordera e incapacidad de autocrítica, señala el movimiento

A mí no me pueden meter en el mismo costal; no soy político corrupto: AMLO
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El académico Adolfo Gilly y los actores Sophie Alexander, Gael García Bernal e Ilse Salas durante la participación de López ObradorFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Martes 29 de mayo de 2012, p. 4

Definido por el poeta Javier Sicilia como alguien que representa para muchos mesianismo, intolerancia, sordera, confrontación e incapacidad de autocrítica, el candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador respondió: Javier, a mí no me puedes meter en el mismo costal.

Tercer candidato en reunirse con más de un centenar de integrantes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, el abanderado de las izquierdas recibió como sus antecesores una andanada de críticas con nombre y apellido, como cuando Sicilia calificó al priísta Manuel Bartlett de la punta del iceberg de las alianzas del PRD con represores.

Fiel a su costumbre, el poeta ya había recibido con un beso en la mejilla a la panista Josefina Vázquez Mota y al prísta Enrique Peña Nieto. Cuando se disponía a dar una bienvenida similar al tabasqueño, éste le puso la mano en el hombro para que no se acercara, le sacudió la cabeza y finalmente ambos se abrazaron muy fuerte. Algunos gritaron: ¡Beeeeso, beeeeso!, pero los dos ya ya estaban próximos a sus lugares, frente a frente en una mesa cuadrada.

Contra lo pregonado

Además de las víctimas de la violencia, en el Castillo de Chapultepec atestiguaron el encuentro algunos actores, como Gael García Bernal, quien se ubicó en la mesa de diálogo cuando intervino el perredista. Muy cerca se encontraban el historiador Adolfo Gilly y María Elena Morera, entre otros.

Sicilia lanzó sus cuestionamientos: “Para muchos, usted, señor López Obrador, significa la intolerancia, la sordera, la confrontación en contra de lo que pregona su ‘república amorosa’ con aquellos que no se le parecen o no comparten sus opiniones. Significa el resentimiento político, la revancha sin matices contra lo que fueron las desaseadas elecciones de 2006, el mesianismo y la incapacidad autocrítica para señalar y castigar las corrupciones de muchos miembros de su partido. Contra la tradición de la izquierda mexicana, no han dejado de golpear a comunidades indígenas de Chiapas y Michoacán, o a estudiantes de Guerrero”.

El tabasqueño escuchó los comentarios y luego aclaró no ser soberbio, pero “yo me formé de otra manera. No soy político mentiroso, corrupto, no soy autoritario, no soy mesiánico, no soy nada de eso que tú mencionas y que han utilizado en mi contra quienes dominan en este país y no quieren ningún cambio.

Los puedo mirar a los ojos a todos, porque no tengo nada de que avergonzarme, expresó, y señaló que en sus giras ha compartido el dolor de las víctimas, y fue de los primeros en advertir del agravamiento de la violencia.

Hizo un llamado respetuoso a participar en las elecciones. Es “inaceptable que ya no se hable de transformar y que descalifiquemos todo y que digamos ‘no hay opciones, todos son iguales’. Entonces, ¿qué vamos a hacer? ¿Vamos a seguir administrando la injusticia, el dolor? ¿Vamos a seguir haciendo análisis de la realidad sin transformarla?”

En 2006 se hizo un llamado a no votar y se hizo un grave daño, advirtió López Obrador al defender la vía electoral.

Su intervención se escuchó en silencio y luego tocó el turno a María Ignacia González, quien pidió llorando un compromiso para ayudar a encontrar a familiares desaparecidos: por algo lo quiere la nación.

Después de ofrecer su respaldo a las víctimas, López Obrador aprovechó para responder a Sicilia: No somos sectarios y no somos intransigente; no odiamos, queremos justicia.

La réplica del poeta vino enseguida. Yo le pido autocrítica. No es con usted, señor López Obrador; mis respetos absolutos, lo quiero muchísimo, pero me disgusta mucho la falta de autocrítica. Hay debajo de todo esto, no de usted, no de lo mejor del PRD, pero sí de mucha gente que lo apoya, un espíritu fascista.

Jesús Zambrano, único líder perredista que estaba sentado al lado de López Obrador, escuchaba serio los señalamientos.

El poeta añadió que si el hostigamiento de los perredistas hacia él es el amor que profesan, yo pinto mi raya.

Buscó dejar en claro que no ha llamado a dejar de votar o a sufragar en blanco. ¿Cree que la ciudadanía es imbécil?, preguntó, y defendió su derecho a decidir qué hará en las urnas.

Le echó en cara que cuando fue jefe de Gobierno del Distrito Federal no aceptó recomendaciones del ombudsman capitalino. Aquí no hay buenos y malos.

Concluido el diálogo, López Obrador fue el único que recorrió todo el salón para atender las peticiones de los asistentes que se arremolinaron para saludarlo y tomarse fotografías con él.