Las recientes manifestaciones de estudiantes universitarios –sobre todo de escuelas privadas– demuestran que los jóvenes no tienen una actitud apática frente a la realidad social, pero también ponen de manifiesto que la crisis nacional está alcanzando a sectores que tradicionalmente estaban a salvo de ella, señalaron académicos especialistas en temas de juventud.

Enrique Cuna, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa (UAM-I), destacó por un lado que las movilizaciones de los jóvenes comprueban que este sector de la población está interesado por lo que ocurre en su entorno, en buena medida como resultado de su mayor acceso a la educación y a la información.

Pero al mismo tiempo, dijo, también comprueban que muchos de ellos, hijos de familias de clase media o alta, ya están siendo alcanzados por los mismos problemas que afectan a las clases más pobres, como la inseguridad o el desempleo.

De igual forma, Cuna subrayó la paradoja de que los jóvenes, un sector criticado por su supuesta apatía y falta de participación, ahora sean demonizados por algunos medios informativos, quienes los señalan como intolerantes y manipulados.

“Estas manifestaciones no son sólo contra el PRI o Enrique Peña Nieto, sino contra los partidos políticos tradicionales y los medios, a quienes identifican como parte del establishment. Sus demandas son legítimas porque están informados, y la clase política ha reaccionado de una forma irresponsable, porque no aprende de esta experiencia, y le resulta más fácil descalificarla”, indicó.

Por su parte, Herlinda Suárez, académica del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), aseveró que más allá de si estudian en centros públicos o privados, los jóvenes empiezan a configurar una identidad basada en el enojo y la desconfianza hacia los gobiernos y las instituciones.

Aunque buena parte de los alumnos de la Universidad Iberoamericana y del Instituto Tecnológico Autónomo de México tienen recursos monetarios suficientes, añadió, de todas maneras han desarrollado una conciencia clara sobre los diversos efectos de la crisis en el país.

Pongo el acento en el hecho de que son de instituciones privadas, porque la violencia simbólica se había ejercido siempre contra las públicas, cuando acusan a sus alumnos de ser quejumbrosos y conflictivos. Estas marchas desdibujan todo ese discurso, y demuestran que los jóvenes están contra la política-espectáculo, y tienen capacidad de manifestarse y moverse, concluyó.