Esto no es una película
ealizar una película medianamente crítica en un Estado totalitario supone riesgos a menudo muy graves para los cineastas, aunque también puede propiciar estrategias artísticas novedosas para burlar la censura. Cuando ese Estado represor es además una república como la iraní, en la que impera el fundamentalismo religioso, un artista puede ser condenado a 20 años de inactividad profesional, seis de los cuales habrán de transcurrir bajo arresto domiciliario.
Tal es el caso desde 2010 del célebre realizador Jafar Panahi (El globo blanco, El círculo), quien luego de participar en las protestas populares por el cuestionado proceso electoral que culminó con la relección presidencial de Mahmoud Ahmadinejad, vive hoy en reclusión, impedido de seguir filmando, mientras paradójicamente otros colegas suyos permanecen en activo y cosechan triunfos internacionales, como el emblemático caso de Asghar Farhadi, director de la formidable cinta Una separación.
Esto no es una película, título provocador en estas circunstancias, es la experiencia audiovisual que Panahi denomina escuetamente un esfuerzo
y que registra, con el uso alternado de una cámara digital y un IPhone, la cotidianidad doméstica del cineasta en su encierro forzado. Ahí describe inicialmente la trama de la película de ficción que tuvo que interrumpir, y en la que su joven protagonista padece la prohibición paterna de asistir a la universidad quedando confinada en su recamara. Comenta después algunas escenas de sus películas anteriores, y termina solicitando la colaboración muy cautelosa del cineasta Motjaba Mirtahmasb para concluir juntos el esfuerzo
.
En estas condiciones precarias, el documental se realiza casi en su totalidad en el interior del domicilio de Panahi, con esporádicas vistas a la celebración del año nuevo persa que, desafiando prohibiciones gubernamentales, irrumpe en estallidos y fuegos artificiales en las calles aledañas. El material filmado es sustraído del país clandestinamente en un pequeño dispositivo disimulado en un pastel, hasta su destino final, el Festival de Cannes. Poco después el colaborador Mirtahmasb es arrestado y recluido en prisión durante tres meses. Por su parte, Panahi sigue recluido y su esfuerzo
continúa su carrera exitosa por diversos festivales internacionales.
El director, quien rara vez ha hecho una película abiertamente política, ha demostrado repetidamente el poder más subversivo aún que tiene la parábola para los regímenes autoritarios.
Esto no es una película es posiblemente la más fina de to- das sus parábolas, el mejor de todos sus esfuerzos
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