Un I love you, dirigido al comprador anónimo, rubricó la puja
Un personaje real de ese emirato árabe participó en la subasta, dicen
Viernes 4 de mayo de 2012, p. 9
Estambul, 3 de mayo. La obra El grito, de Edvard Munch, subastada la noche del miércoles por casi 120 millones de dólares, podría haber sido adquirida por el emirato de Qatar.
Fuentes árabes en Estambul afirmaron que un personaje real participó en dicha subasta, donde la puja definitiva la efectuó por teléfono un postor anónimo en la casa Sotheby’s de Nueva York.
La familia del emir de Qatar, el jeque Hamad bin Jalifa al Thani, ya había sido mencionada en el mercado del arte como posible postora.
De momento se desconoce el nombre del comprador, pero sí se sabe quién era el vendedor: el cuadro perteneció a Petter Olsen, cuyo padre fue vecino de Munch.
Nunca se había pagado una suma semejante por un cuadro en una venta pública y hasta la fecha el récord en una subasta lo ostentaba Desnudo, hojas verdes y busto, de Pablo Picasso, por 106.5 millones de dólares.
La noche del miércoles en la urbe estadunidense los millones revoloteaban tan rápido por la sala que ni siquiera daba tiempo de actualizar los resultados en Internet. La subasta de El grito de Munch congregó tal aglomeración que el sistema online de Sotheby’s se colapsó varias veces.
La obra maestra del artista noruego tenía un valor estimado de 80 millones de dólares y, justo cuando se alcanzó esa cantidad, se detuvieron las pujas. Entonces Tobias Meyer, subastador jefe de Sotheby’s, consiguió animar a otros dos postores. Esto no ha sido todo
, dijo el alemán.
Y no lo fue. Segundos después, el lienzo llegaba a la marca récord de 96 millones de dólares, la cantidad que recibió el Picasso
(pues hay que sumarle el recargo para la casa de subastas, que en este nivel es de 12 por ciento).
Enseguida, dos postores más hicieron trepar el monto por encima de los 100 millones de dólares por primera vez en la historia del mercado del arte.
El mazo sonó tras los 107 millones de dólares. Un día histórico
, dijo Tobias Meyer. En el mercado del arte todo parece posible, y el subastador jefe, visiblemente aliviado, espetó sonriente al postor telefónico un I love you.
Ahora espero que también nosotros en Noruega podamos administrar mejor la herencia de Munch
, dijo su heredera Elisabeth Munch-Ellingsen.
Y es que, en realidad, no se subastó El grito, sino una de las cuatro versiones existentes. Las otras tres cuelgan en las paredes de museos noruegos y es casi imposible que salgan al mercado.