La educación, tema más fuerte; el presidente suprimió 80 mil puestos en cinco años
La discusión duró casi tres horas y fue vista en televisión por 20 millones de franceses
Jueves 3 de mayo de 2012, p. 32
Burdeos, 2 de mayo. A cuatro días de la elección presidencial se enfrentaron en un debate televiso que vieron más de 20 millones de franceses los dos contendientes de la segunda vuelta: Francois Hollande, del Partido Socialista, y el actual presidente Nicolas Sarkozy, de la Unión por un Movimiento Popular.
Desde la elección de 1974, cuando se organizó un encuentro entre Francois Mitterrand y Valéry Giscard d’Estaing, los debates se han vuelto tradición. Durante varios días todo se preparó con el visto bueno de los equipos de campaña, hasta en los más mínimos detalles –altura de las sillas, distancia entre los candidatos, iluminación, temperatura del estudio–. En el fondo del escenario, una foto del palacio del Eliseo.
El debate estaba previsto para dos horas y duró casi tres. Dos periodistas estrella, Laurence Ferrari, del canal 1 (privado) y David Pujadas, del canal 2 (público) tuvieron la ingrata tarea de anunciar los temas, cronometrar los tiempos de palabra e intentar calmar el ímpetu de uno u otro de los candidatos.
El debate empezó muy técnico y bastante tenso sobre la economía, la deuda, el desempleo y el poder adquisitivo. La batalla de cifras y las propuestas muy técnicas y precisas de François Hollande, la agresividad de Sarkozy que varias veces tachó de mentiroso a su adversario, volvieron el debate algo aburrido. Hablaron de la política tributaria que se hizo en el quinquenio y que Hollande consideró como un regalo a las grandes fortunas. Afirmó que su política sería de equidad en la materia.
Mientras avanzaba el debate, Sarkozy se ponía más nervioso frente a la dificultad de desestabilizar a Hollande. El debate sobre educación fue muy fuerte. Durante el quinquenio, dijo Hollande, se suprimieron 80 mil puestos en la educación. Prometió crear 14 mil al año (maestros, enfermeras, educadores, médicos…) lo que Sarkozy calificó, como otras medidas, de gasto loco
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Hollande recordó que propone el voto, en las elecciones municipales, para los extranjeros (fuera de los de la comunidad europea que ya tienen ese derecho). Señaló que, por ello, se debe reformar la Constitución francesa. Sarkozy se enfureció y lo acusó de favorecer, con tal medida, un voto comunitario de los musulmanes.
Cuando les preguntaron qué tipo de presidente serían, Sarkozy contestó: Un presidente comprometido, en primera línea, para conducir los cambios hacia un nuevo modelo francés. Di todo. No logré todo. Un nuevo mundo está llegando. Hay que tener un proyecto ambicioso
. Hollande, afirmó: “Seré un presidente que respete a los franceses… Uno que no quiere ser presidente de todo, jefe de todo y, al final, responsable de nada... Respetaré la independencia de la justicia, no nombraré a los directores de la televisión. Seré ejemplar y reformaré el estatuto penal del jefe del Estado. Haré un gobierno paritario. Impondré un código de deontología a mis ministros. Hablaré con los sindicatos… Tendré la altura necesaria al cargo de presidente pero quiero estar cerca de la gente.”
Hubo un intento de Sarkozy de hablar del caso de Dominique Strauss-Kahn, quien tiene un juicio civil pendiente en Estados Unidos, pero Hollande le recordó que él mismo lo había nombrado director del Fondo Monetario Internacional. Insistió Sarkozy, tratándolo de Poncio Pilatos, para saber si realmente Hollande no sabía nada de la vida privada de Strauss-Kahn y Hollande le contestó, tajante: ¿Usted sabe de la vida privada de sus colaboradores?
Y ahí quedó el tema.
Debatieron sobre Europa, la crisis, las centrales nucleares. Pero la discusión no aportó en realidad nada nuevo. Mucho más interesantes y dinámicos fueron los programas donde, en las últimas semanas, debatieron los colaboradores y se expresaron los candidatos en entrevistas.
Quizás el interés del debate fue la personalidad de los dos hombres: una aparente serenidad de Hollande pero que no deja pasar nada y ataca con dos palabras para refutar el argumento de su adversario. Un Sarkozy tenso, defendiendo a la vez su quinquenio pero intentando convencer que el segundo será diferente. Un Sarkozy muy lejos de su brillante discurso del 1° de mayo en Trocadero frente a sus seguidores. Parece que difícilmente recuperará con este debate la diferencia que dan los sondeos entre los dos: 46.5 para el presidente candidato y 53.5 por ciento para Hollande.
Mañana Hollande estará en Toulouse y Sarkozy en Toulon. El próximo domingo decidirán los franceses.