Opinión
Ver día anteriorMartes 24 de abril de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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MUAC: entrevista inesperada
E

n reciente mañana dominical visité el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) con la intención de recibir algo que calibro como una lección de historia.

El público era predominantemente joven, quizá preparatorianos o estudiantes en las fases iniciales de sus respectivas carreras. Hay descuento de 50 por ciento en las tarifas dominicales. Donde mayormente me detuve fue en la exposición del peruano Fernando Bryce, Dibujando la historia moderna, uno de cuyos apartados funciona como bitácora dibujística durante el gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000).

Buena parte de los dibujos tienen su fuente en fotografías tomadas por el propio autor en ambientes urbanos y playas, mas las hay también extraídas de imágenes obtenidas a través de medios de difusión masiva, incluso sólo textos rescritos principalmente periódicos que el autor sometió a una relaboración en aras de transmitir sus propios mensajes e ideas. No se reduce a eso la tupida muestra.

Durante una estancia en Berlín, seleccionó trabajar imágenes que le resultaban relevantes, alusivas a protagonistas, políticos y personajes notables (como Rosa Luxemburgo), que él dibujó incluyendo asimismo reproducciones pictóricas tomadas no a partir de originales, sino de reproducciones publicadas en revistas y calendarios. Son imágenes de imágenes, hay muchos retratos que se insertan en diferentes contextos, como el de la Guerra Civil Española o la Segunda Guerra Mundial, así como transposiciones interesantísimas de la propaganda soviética y también nazi, de modo que Trotsky, Stalin y Hitler están incluidos en dibujos a tinta.

A decir verdad, las secuencias con las que fueron dispuestos no me resultaron fáciles de asociar, pese a la labor, que debió haber sido ardua, del equipo curatorial integrado por Tatiana Cuevas, Natalia Majluf y Horacio Ramos, con el auspicio del Museo de Arte de Lima, donde fue urdida esta muestra. Lo que mayormente me interesó fue la evidencia de que a su regreso de la URSS, André Gide publicó sus impresiones en Gallimard (la N.R.F.) en traducción al francés nada menos que de Victor Serge, el padre de Vlady, que como sabemos fue exiliado por trotskista.

De allí me dispuse a observar las fotografías del cineasta, fotógrafo y artista del video Zaatari. Se exhiben los Body Builders, mujeres y hombres de músculos descomunales y otras en las que personas jóvenes o adultas recrean poses, dirigidas por el artista, alusivas a fotos infantiles suyas que sus familiares les tomaron. Estas piezas, todas posadas, están destinadas a mostrar costumbres de género en Líbano, miden 2.50 x 1.00 y sus dimensiones son de radical importancia respecto del concepto que las anima, pues las fuentes infantiles son casi tamaño contacto. Se trata, pues, de una tradición en Líbano, que marca la diferencia de actitudes que los propios progenitores o sus representantes esgrimen, según se trate de niñitas o varones.

Estaba en eso, viendo un gran desnudo masculino recostado de barriga y algo parecido a Antonio Banderas, cuando se me acercó una joven que vestía una camiseta con el letrero enlace en la espalda. Me preguntó con gran amabilidad si yo requería alguna información extra que pudiera mejor ilustarme sobre tales imágenes que tocan sesgadamente aspectos de elección de objeto sexual. Le dije que con todo gusto hablaba con ella y salimos al corredor. Le pregunté su nombre, Mercedes me dijo, advirtiendo que no podía darme su apellido por razones de propaganda. “No, respondí, no hago propaganda, lo que me interesa es que estés aquí en el museo en domingo y precisamente en la sala de la historia. ¿Qué estudias?, noveno semestre de arquitectura y estoy aquí porque me encanta el arte contemporáneo.

Le pregunté entonces por sus preferencias en materia de exposiciones. ¿Viste la muestra del Dr. Atl en el Centro Cultural Tlaltelolco? No, no la había visto, pero sí sabía de ese sitio. Pero. El arte contemporáneo abarca todo, desde el principio hasta hoy día, aseveró. ¿Qué artistas conoces o cuáles son tus predilectos? En primer término mencionó a Abraham Cruzvillegas. Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras, la carrera de pedagogía, le comenté, e incluso se tituló (logré con eso sorprenderla un poco). También mencionó a Néstor Quiñones y a Melanie Smith, aunque ella no es mexicana, aclaró.

Luego intentó recordar otro nombre que no le venía a la cabeza, pero que sí estaba entre sus predilectos. ¿Gabriel Orozco? Le dije. ¡Eso es, Gabriel Orozco! ¿Fuiste a ver la exposición del otro Orozco (José Clemente) en San Ildefonso? Esa pregunta ya no encontró respuesta, tampoco la posible referencia a los atractivos que le encontraba al edificio donde prestaba su ocupación de enlace, ya fuere remunerado o como servicio social.

Lo que aseveró con contundencia fue que lo que le interesaba era la cuestión de género en la cultura libanesa, por tanto, iba a regresar a la sala de Zaatari y no pudo darse ya ningún comentario sobre los espacios del MUAC, como los percibe una estudiante de arquitectura.

Como sucede en otros casos, la joven parece tender a una sobre-especialización conspicua o a ciertas predilecciones culturales que no incluyen, en primer término, la valoración del propio recinto en el que nos encontrábamos, tampoco el posible enriquecimiento que proporcionan las visitas a otros ámbitos museísticos de la propia Universidad Nacional Autónoma de México, o de otras instancias.