on las palabras que usó Felipe Calderón para referirse a la decisión del gobierno de Cristina Fernández de llevar a cabo un acto de expropiación soberano, pero que con toda justicia y precisión pueden ser dirigidas al propio Calderón por esa deplorable expresión intervencionista.
Fue una declaración lamentable, irresponsable e irracional la de Calderón, no sólo porque se metió sonriente en una cena en la que por supuesto no era invitado, sino también porque casi puede jurarse que la hizo sin la menor información de los pasos de Repsol en Argentina. Peor aún, desde luego, si estaba informado. La presidenta lo dijo con claridad, pero quien cree que un país como México sólo puede gobernarse con la cerviz inclinada frente a los grandes capitales, no oye, ni ve, ni entiende. Estas fueron las palabras de la mandataria: De proseguir con la política de vaciamiento, de falta de producción y de exploración, nos tornaríamos en un país inviable, por políticas empresariales y no por falta de recursos, ya que somos el tercer país en el mundo, luego de China y Estados Unidos, en reservas de gas
. Agregó que el año pasado fue la primera vez en 17 años que la Argentina tuvo que importar gas y petróleo
.
Denunció que a pesar de haber reducido la producción, YPF-Repsol había duplicado sus ingresos en el último ejercicio, pese a que su ineficiencia obligaba a importar combustibles para mantener la producción agrícola, ganadera e industrial. De ahí que la medida respecto a Repsol-YPF la calificara de recuperación de la soberanía
. Un acto de recuperación que, faltaba más, jamás Calderón realizaría.
Dos gráficos de la estadunidense Administración de Información de Energía (EIA, por sus siglas en inglés), sobre las tendencias de la producción en Brasil y en Argentina de 1994 a 2011 muestran para Brasil una curva rápida y consistentemente creciente, de menos de 900 mil barriles diarios a 2.7 millones de barriles diarios en 2011. El gráfico referido a Argentina, por el contrario, muestra una producción de 680 millones de barriles diarios en enero de 1994, sigue una curva ascendente hasta los 930 millones en enero de 1998, para después seguir una curva muy inestable pero con rápida tendencia a la baja hasta caer a 760 millones a fines de 2010, con picos a la baja cercanos a los 650 millones en enero 2008 y durante 2010, pese a las reservas argentinas apuntadas por Cristina Fernández.
El asunto se puso crecientemente candente por el alto precio que ha alcanzado el crudo, mientras Repsol, llevaba bastante años desinvirtiendo en la petrolera para repartir ganancias entre sus principales accionistas: los bancos españoles La Caixa y BBVA.
Los planes de desinversión de Repsol fueron anunciados por Expansión y por el Herald Tribune y aun directamente por la propia Repsol que, en 2010, anunció su intención de desprenderse de activos como los que entregó a la brasileña Petrobras. Esta fue la tónica que mantuvo Repsol-YPF a lo largo de toda su gestión, en un proceso de desinversión que la arrastró a una producción cada vez menor desde que la empresa fue privatizada en 1999. Como muestra la gráfica en los extremos referidos, Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) tuvo una caída de 18 por ciento, mientras Petrobras tuvo un aumento de 300 por ciento en prácticamente el mismo lapso.
En otros términos, Argentina importaba crudo, en un momento –que llegó para quedarse–, de altos precios, mientras YPF-Repsol disminuía la producción argentina. La restatización era un asunto elemental de finanzas públicas y de abastecimiento a la economía interna, estableciéndose como objetivo prioritario el autoabastecimiento de hidrocarburos, y la explotación, la industrialización, el transporte y la comercialización de los mismos. Algo absolutamente fuera de la cabeza de Calderón. Se ve así de qué lado está la irresponsabilidad y la irracionalidad.
YPF fue la principal empresa estratégica viable del gobierno argentino entre 1922 y 1992. En esos setenta años, YPF logró la oferta y la producción de energía en todas sus formas (petróleo, gas natural, electricidad), diversificando el suministro eléctrico y permitiendo una configuración de la estructura económica del país basada en la industrialización mediante la sustitución de importaciones. También permitió el desarrollo de industrias claves, como el acero, la petroquímica, las industrias automotriz, aeronáutica y naval, y el avance científico-tecnológico del campo nuclear.
Llegó la dictadura militar (1976-1983), desarticuló YPF y la dejó lista para que Menem la privatizara en dos pasos, 1993 y 1999, alegando que la empresa daba pérdidas y había corrupción, y el Estado no puede invertir en exploración. Las mismas lindezas de siempre para cumplir su cometido de desnacionalizar al país.
Fernández se propone ahora lo mismo con el gas. Aún frente a los aullidos de los países que ven como natural ser ellos los beneficiarios de los países que buscan desarrollarse.
En 2005 Marc Gavalda, investigador de la Universidad de Barcelona, expuso los problemas de Repsol, que habían comenzado en 1999, por lo cual la empresa amenazó al gobierno de De la Rúa con planes de desinversión si no se les prorrogaba la concesión de los yacimientos de hidrocarburos.
Señor Calderón, la desinversión sistemática de Repsol de todos modos fue operada: usted les habría aplaudido.