lgo que resulta un tanto sorprendente cuando uno toma un vuelo de México a Poza Rica, Ciudad del Carmen o Villahermosa, es la cantidad de hombres jóvenes de pelo rojo o rubio y de ojos azules que viajan a esas ciudades, con frecuencia vestidos con overoles de color naranja y, si la cercanía lo permite, es posible percatarse que no hablan español; la escena se repite después en hoteles, restaurantes y bares de esas ciudades; un dato interesante es que los uniformes traen logos de empresas extranjeras, que nos son conocidos, quizás porque los hemos visto en películas o en las noticias internacionales; claramente son técnicos de esas empresas que vienen a nuestro país a trabajar por cuenta de ellas para la gran empresa mexicana conocida como Pemex; si uno platica con ellos muy pronto se da uno cuenta que se sienten en un país lleno de oportunidades para su desarrollo personal y para hacerse de un buen patrimonio en un tiempo razonable.
Después de una corta reflexión, las cosas como que no checan cuando pensamos en el gran número de conocidos que se las ven negras para obtener un empleo, sobre todo si son jóvenes, en ello no ayuda tener una carrera profesional e incluso un posgrado, especialmente para el caso de Pemex, cuyas contrataciones están prácticamente cerradas para los técnicos e ingenieros que egresan de nuestras universidades y tecnológicos. De hecho, para un país como el nuestro, con una de las producciones petroleras más importantes del mundo y la tercera en América, resulta difícil entender que las carreras de ingeniero petrolero casi no existan, y que las pocas que hay tengan matrículas exiguas porque no hay empleo para ellos.
Si observamos lo que ha pasado en otros países que cuentan con una actividad petrolera importante en sus ámbitos de extracción, transformación y comercialización, nos encontramos que la sola existencia de esas industrias ha dado lugar al desarrollo de cientos o miles de empresas que colaboran con las petroleras, en todo tipo de actividades, incluyendo las más complejas y especializadas, ofreciendo trabajo a miles de técnicos e ingenieros, formando uno de los sectores que más contribuyen a las economías regionales. En el caso de Estados Unidos esto ha sucedido en la región de Houston-Dallas-Forth Worth. En México desde luego también sucede algo muy similar, pues Pemex ha impulsado igualmente a un número importante de empresas en Houston y Dallas, por lo menos, aunque es justo darle al actual gobierno el mérito de la diversificación, al utilizar también los servicios de empresas españolas.
Alguien me podría argumentar que no estoy tomando en cuenta la existencia del Instituto Mexicano del Petróleo, esto es cierto, sin embargo, las actividades de este organismo que alguna vez estuvo relacionado con actividades de investigación y que contaba con un número importante de técnicos y científicos de alto nivel, hoy sirve sólo para fines decorativos, aunque su capacidad para contratar a empresas extranjeras es también importante.
Hoy en día la complejidad de las operaciones petroleras hace necesario que estas empresas contraten créditos cuantiosos para la realización de proyectos de exploración, y explotación como los que se realizan en el mar y en yacimientos de gran profundidad, en cuya preparación es necesario hacer desarrollos tecnológicos para los cuales nuestro país no está preparado, por la sencilla razón de que los sucesivos gobiernos que hemos tenido durante los pasados 30 ó 35 años carecieron de visión para ver estos retos como grandes oportunidades para el futuro, por lo cual la única opción actual del país parece ser la contratación de hombres blancos y empresas blancas e inteligentes, que nos vengan a hacer lo que nosotros, pues no podemos.
Pero resulta también que Pemex es una empresa tremendamente endeudada por varias razones, muchas de ellas inexplicables, y entre las cuales destaca desde luego la tremenda sangría que le aplica año con año el gobierno, para pagar sus gastos y dispendios, así como su falta de voluntad para realizar una reforma fiscal que le permita obtener recursos de las grandes empresas y capitales que operan en el país y que disfrutan de un paraíso fiscal maravilloso, logrado a partir de la explotación irracional de nuestros recursos naturales. La deuda de Pemex se convierte así en un lastre gigantesco, que al ser calificado por las empresas evaluadoras internacionales, se traduce en costos más altos para las nuevas inversiones que deben ser contratadas para seguir operando.
En estas condiciones me pregunto si la discusión actual sobre la privatización o bursatilización
de la industria petrolera, como se le quieran llamar a las propuestas de Peña Nieto o de Vázquez Mota tienen mucho sentido, pero también me pregunto sobre los personajes hoy alineados con López Obrador, que hablan de la necesidad de mantener una posición nacionalista y cuidar el patrimonio nacional, cuando algunos de ellos tuvieron posiciones relevantes y responsabilidad en la realidad actual de desbarajuste y en la conformación de la política que nos ha llevado a esta situación.
Termino este artículo agradeciendo a Enrique Peña Nieto su honestidad al informarnos que él estará luchando con firmeza por la desigualdad en nuestro país, espero que esto se reduzca a los próximos seis años cuando mucho. Realmente me congratulo de que por primera vez en mucho tiempo un candidato nos hable con esta franqueza; igualmente extendiendo mi felicitación a Josefina Vázquez Mota por su nada desdeñable compromiso de apoyar el lavado de dinero, me imagino que utilizando el sector bancario.