Taurinos anodinos y protectores inventores
nodino es palabra riquísima y aplicada a los despreocupados taurinos, más. Quiere decir insignificante, ineficaz, insustancial, fútil, trivial, baladí o pueril, como la nula o tímida defensa que hacen de la degradada fiesta de sus amores, de la que han comido y se han servido para sus negocios extrataurinos, aunque con esos criterios hayan dado al traste con una tradición, sacado a la gente de las plazas y expulsado al espectáculo de los medios, para que entonces cualquier analfabeta se ocupe de ella con afanes prohibitorios.
¿Por qué beneficiados y perjudicados de esta fiesta no han sabido responder a los amagos de asambleístas sin idea, pero con intenciones de proscribirla? Evidente: estos taurinos antes que argumentos no tienen cara para defenderla. Los multimillonarios inversionistas, porque arriesgan su dinero sin rigor de resultados taurinos, económicos ni culturales; sus autorregulados operadores, porque ya hartaron a las autoridades con su voluntarismo al margen del reglamento; los ganaderos, porque han sido relegados por los criadores del novillo de la ilusión, al gusto de empresas y apoderados, pero de espaldas al público y a la esencia de la lidia; los matadores y subalternos, porque están a merced de los anteriores; la crítica especializada, porque no quiere molestar a quienes le pagan; el gobierno capitalino y la delegación Benito Juárez, porque no les interesa respaldar a los jueces de plaza, y los partidos políticos porque sirven para lo que se le unta al queso. De los dos últimos mandatarios panistas, dizque taurinos, no tiene caso hablar.
Por su alelada parte, a la empresa de la Plaza México, una de las principales responsables del desposicionamiento de la función taurina en la capital, se le ocurrió enviar el pasado viernes este conmovedor boletín: “Estimados aficionados taurinos, las agrupaciones de empresarios, ganaderos, matadores, subalternos, la plaza de to- ros México y la plaza de toros Arroyo, agradecemos el apoyo que brindan a la fiesta brava con su asistencia y ahora en defensa de la misma, contra la absurda idea de prohibir las corridas de toros en el Distrito Federal, con la falsa bandera de ir contra la violencia.
Por lo anterior les pedimos que dicho apoyo sea a través de las redes sociales y con cartas a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Lo que no es conveniente es convocar manifestaciones que afectan a terceros como son: automovilistas, comerciantes y ciudadanía en general, porque somos respetuosos de los derechos de los demás y para no dar oportunidad a provocadores e incitadores a la violencia de infiltrarse en dichas manifestaciones y que después nos califiquen de violentos. Pedimos el respeto al trabajo, a las tradiciones y a las minorías
, concluye.
Como es la falta de grandeza y de autenticidad lo que da al traste con las tradiciones hasta hacerlas blanco de una barbarie compasiva, ignorante, pero comprometida más que con el misterio de la vida con sus propios miedos y sesgadas lecturas de algunas expresiones humanas, una ignota fotógrafa no tuvo inconveniente en externar (La Jornada, sábado 14 de abril de 2012) afirmaciones tan infundadas como éstas:
“70 por ciento de los ciudadanos han manifestado (?) el deseo de que termine la fiesta de los toros(…) Además, está demostrado, por instancias (?) criminológicas y sicoanalíticas, que espectáculos como las corridas son generadores de violencia social, intrafamiliar y alienantes para la niñez y dañinas para su salud mental (…) Les presentamos estudios científicos –veterinarios– los cuales comprueban (?) que los toros sufren terriblemente, porque comparten el mismo sistema nervioso que un ser humano…”
Con comprometido desconocimiento, la fotógrafa, que no se enteró de la cornada que esa tarde sufrió la culta aficionada Julieta Gil Elorduy ni de las lesiones causadas a otras siete personas, agrega: “el astado Pajarito le hizo honor a su nombre y voló por encima de la barrera, cayó en la primera fila para huir y jamás agredió a nadie en las gradas. ¿La razón? Tenía miedo (…) Los ganaderos de toros de lidia dicen que cuidan el medioambiente con las hectáreas enormes que dedican a la crianza de toros. Hay estudios (?) que demuestran lo contrario. Una ganadería contamina más que la industria automotriz (?); todos esos terrenos enormes dedicados a los toros de lidia rompen con el ecosistema…” No pos sí. Qué envidia no poder ver la realidad con ojos de animalista mal informado, falso promotor de una fiesta mansa o de asambleísta manipulado. Es tan cómodo.