aben aquí, en su América Indígena y Latina, que en España asistimos a una nueva competencia Madrid vs Barcelona? No es la liga de futbol ni la del baloncesto, ni la distinción por ser Capital Verde Europea. Las dos ciudades compiten estos días por recibir entusiasmadísimas e impacientes la edificación de un complejo turístico y de juego que quiere ser réplica de Las Vegas. A falta de ubicación el bautizo ya se ha oficiado: Eurovegas.
Un nuevo duelo de nuestra clase política que, envidiosa de ronaldos y messis, se imagina en las telenoticias con tijeras doradas cortando cintas inaugurales (costumbre también de viejos dictadores que nunca pasan de moda), pronunciando discursos grandilocuentes con fuegos artificiales de fondo mientras el público aplaudimos sus genialidades. Igual en Madrid que en Barcelona, pues de partidos políticos diferentes, sueñan sueños iguales
¿Los motivos de tal proyecto? En un admirable ejercicio de imaginación el Mausoleo Las Vegas vendrá a rescatarnos de la crisis, a inyectar fondos a las arcas públicas y generar empleo directo para 200 mil personas y 100 mil más en indirectos. Una lluvia de dólares, que llegaría como regalo envuelto en progreso que sólo los falsos progresistas –dicen– se atreven a cuestionar.
Pues sí, cuestionemos: ¿falsos progresistas o falso progreso? Porque más y más rascacielos para jugar a tocar el cielo es progresar a peor. Lo sabemos, científicamente; está probado que el crecimiento perpetuo sólo lleva al abismo. Cuando las visiones más visionarias (y el sentido común con más sentido) nos presenta alternativas al crecimiento sin ton ni son, Madrid y Barcelona se ciegan por una inversión al estilo del viejo oeste. Cuando el ciclo capitalista está acabando, Madrid y Barcelona quieren ser su capital, sin entender que la agraciada será un simple cementerio.
También la Historia con su particular mano dura desmonta estos mitos y ensoñaciones. Setenta años después de la construcción de Las Vegas, el estado que la resguarda, Nevada, ocupa las últimas posiciones en calidad escolar, en salud de su ciudadanía y en proporción de jóvenes con título universitario de la Unión. En cambio, es abochornada medalla de oro en desocupación y paro, medalla de plata en ejecuciones hipotecarias y medalla de bronce en crímenes.
El capital inversor ya ha exigido modificaciones en las leyes laborales y de fiscalidad. Como buenos tahúres, en la primera mano han empezado muy fuerte, con un gran farol: ¡centenares de miles de puestos de trabajo!, cuando en realidad serán pocos, precarios y sin futuro. Y como los libros de cuentas los llevará el contable de Al Capone, tienen que hacerse algunos retoques jurídicos para facilitar su trabajo. Efectivamente, como en el viejo y lejano Oeste, la ciudad elegida deberá de ser ciudad sin ley.
¿Y por qué España? Dicen que por el buen clima y el buen trato, y es cierto. Aquí y ahora, con las arcas del Estado en subasta especulativa, el clima para estos negocios de casino es el mejorcito. Y el buen trato deparado a timadores y tramposos se cuenta en las guías turísticas como algo digno de conocer.
La candidatura de Barcelona, además, loquita por agradar, ha ofrecido en la permuta 250 hectáreas de sus mejores terrenos agrícolas periurbanos en el Delta del Llobregat. Lo vocean nuestros representantes políticos (se cambia paraíso agrario con sus payeses y payesas, por un paraíso fiscal de evasores de impuestos y las cartas marcadas
).
Una mala jugada, porque sustituir alcachofas, zanahorias o puerros por campos de golf, ruletas y macrosalas de eventos puede parecer adelanto, pero es sólo un cómic de ciencia ficción.
Pero, señor Sheldon Adelson, propietario de estos negocios (inversiones, dice la clase política española que le está cortejando), sepa que le esconden una información clave a la hora de tomar su decisión. La población de Madrid y Barcelona no son títeres de sus administraciones y su iniciativa desafía a un invencible ejército de cucarachas que de un proyecto de precariedad laboral, injusticia fiscal, destrucción ambiental y desigualdad social, hará un sueño imposible.
Los diccionarios de una nueva humanidad ya tienen las primeras galeradas. Casino: dícese del hábitat natural del capitalismo, donde anidaban especuladores, derrochadores, estafadores y otros pájaros extintos
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