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Realizan segunda temporada de El amante, obra de Harold Pinter, en el Teatro Helénico

A escena, la renegociación de una pareja en el plano erótico para salvar la relación
 
Periódico La Jornada
Martes 10 de abril de 2012, p. 6

Las relaciones de pareja son un eterno convenio y en la obra El amante, escrita por Harold Pinter, Nobel de Literatura 2005, la reformulación de los acuerdos implícitos marcan el destino de un hombre y una mujer, cuya convivencia la entreteje el tedio, el amor, el sexo, el control, el erotismo, la competencia, las perversiones, los derechos y obligaciones.

Dirigida por Iona Weissberg, con las actuaciones de Marina de Tavira y Antonio Rojas, la puesta en escena ubicada en los años 60 del siglo pasado, aborda cómo una pareja recurre a la presencia de un amante para acabar con el tedio después de años de matrimonio.

La obra, explica Weissberg, de alguna manera es un tipo de realismo muy afectado, como si fuera la versión pictórica del hiperrealismo, pero en teatro.

Harlod Pinter parte de una imitación de las formas clásicas de comunicarnos, pero las estiliza de tal manera que, aunque las identificamos con un lenguaje cotidiano, tienen un toque lingüístico medio chueco. Depura tanto el lenguaje que deja de sonar natural.

Como dramaturgo, detalla la creadora escénica, Pinter resignifica el lenguaje cotidiano y lo hace sonar un tanto cuanto afectado.

Todo ello tiene que ver con la puesta en escena, pues lo que se trató de hacer fue que el trabajo actoral fuese en ese sentido, una especie de naturalismo afectado.

Todas las intenciones son muy medidas, sin ser demasiado grandiosas ni pequeñas. Los movimientos de los personajes son cuidados y medidos, para que no se vean naturales, sino con ese naturalismo afectado, explicó la directora.

Para la actriz Marina de Tavira, Pinter ironiza los papeles femenino y masculino, así como los juegos de poder en la pareja, hasta llevarlos a un plano casi del estereotipo.

Su personaje, Sara, es una ama de casa de principios de los años 70, que debe tener la vivienda limpia, la cena perfecta, pero que necesita de otras cosas que la hagan sentir viva, por lo que decide iniciar un juego con su esposo Richard.

Foto
Escena de El amante
Foto cortesía de la producción/
Andrea López

Richard es un hombre de su casa y de su trabajo, una persona fina, con una vida cotidiana bastante clara.

De acuerdo con Weissberg, el conflicto se centra en una relación de pareja donde los acuerdos implícitos empiezan a romperse cada vez más.

Por ejemplo, cuando el marido lleva 10 años recogiendo y tirando la basura, y un día se para y dice: no, ahora te toca a ti, y la mujer dice: yo por qué. O cuando ella lleva 10 años cocinando y un día se levanta y dice: no, ahora cocinas tú, y el marido dice: y yo por qué.

A medida que los conflictos estallan, las relaciones de poder se reflejan, pero sobre todo quién lleva la voz cantante y quién decide qué se va hacer.

Todo ello, en la obra, se concentra en el campo erótico. No en el ámbito doméstico. Es decir, toda la renegociación tiene que ver con la vida sexual.

Se discute si él está de acuerdo en que ella tenga un amante. Aquí el papel de éste es muy ambiguo. Podría, quizá, ser o no una fantasía acordada por ambos.

Lo interesante, concluye Weissberg, no tiene que ver con una escandalosa vida erótica, sino con la capacidad del juego del erotismo, desde el más infantil hasta el más riesgoso.

Es una historia que aun cuando se ubica en los años 60, plantea un tema presente en los matrimonios del siglo XXI, en el que todavía existen mujeres oprimidas que no toman decisiones sobre su propia sexualidad.

Luego de su temporada en 2011, El amante tendrá una segunda los martes a las 20:30 horas en el Teatro Helénico (avenida Revolución 1500, San Ángel).